O lo que es lo mismo, con plagiocefalia.
Plagiocefalia, ¿qué es eso? ¡Si parece algo de la SGAE! ¿Vamos a hablar de Ramoncín? ¡Noooo! Mirad las imágenes.
Como se puede apreciar el bebé con plagiocefalia tiene el cráneo algo deformado respecto al bebé normal. Si bien esto puede deberse a partos un poco complejos, al uso de forceps en el mismo o a alumbramientos prematuros, la mayor parte de los bebés que sufren esta deformación la desarrollan durante los siguientes meses y es más común en bebés llorones con padres «sufridores».
Padres sufridores y plagiocefalia.
En 1946 el prestigioso pediatra Benjamin Spock (¿sería familia del marciano de Star Trek?) escribía un libro titulado «El libro del sentido del común del cuidado de bebés y niños». Dicha obra ha vendido más de cincuenta millones de ejemplares y se ha traducido a cerca de cuarenta idiomas.
Básicamente el doctor Spock daba las pautas para tratar a los bebés y niños con afecto en lugar de con disciplina; de ahí se concluyó que dejar llorar a un bebé era una barbaridad (eso no lo dijo Spock, eso lo dedujeron muchos lectores y algunos médicos). Así pues, ¿dejamos llorar al bebé o no?
El pediatra Santiago García-Tornel opina que, en algunas situaciones no dejar llorar al niño puede conducir a niños con trastornos físicos o al insoportable niño mimado. ¿Trastornos físicos por no dejar que el niño llore?
Los adultos cuando lloramos es por dolor o sufrimiento, bueno también de alegría, pero básicamente es por sufrimiento. Sin embargo, como matiza el doctor García-Tornel, «el recién nacido siempre que llora no sufre. Nos puede decir que está incómodo». O sea, que el llanto de un bebé puede ser debido a muchos motivos y no solo por dolor.
Este «miedo» a que el bebé llore está llevando a muchos padres a tener que pagar unos tratamientos astronómicos por un problema cada vez más habitual: la plagiocefalia.
¿Y cómo se produce esta deformación por culpa de no dejar que el bebé llore?
Pues porque los bebés siempre van a buscar adoptar posturas que le permitan estar en contacto visual permanente con su madre. Y si le cambiamos de postura, ¡a llorar!
Así que los padres sufridores rápidamente le dan la vuelta para que en nene siga mirando a mamá. El problema es que, si no se le cambia de posición, la cabeza se va deformando de tal manera que puede terminar en una plagiocefalia.

Continúa el prestigioso doctor García-Tornel diciendo que la prevención de la plagiocefalia es muy sencilla pero se está convirtiendo en una epidemia silenciosa y costosa para los padres.
Para evitar la plagiocefalia no hay más que cambiar la postura de la cabeza del niño de un lado a otro.
Ponerle un cojín especial mientras duerme o ponerlo boca abajo mientras está despierto.
Pero amigo mío, aquí radica el problema. Al bebé no le gusta nada estar boca abajo y rechaza esa posición y… ¿Adivináis? ¡¡A llorar!! Y como los padres no soportan verlo «sufrir» lo vuelven a poner boca arriba y el niño girará su cabeza hacia el lado más cómodo para él.
Y de ahí a la plagiocefalia hay un paso.