Así, para quitarte la duda pronto te diré que NO.
La muerte nos asusta y nos fascina a partes iguales, de ahí que a todos nos guste conocer detalles de algo por lo que, tarde o temprano, todos vamos a pasar.
Seguro que lo has escuchado alguna vez pero no es cierto como voy a tratar de explicar en este artículo; el pelo y las uñas de una persona muerta no siguen creciendo durante unos días después de la muerte.

Entonces, ¿qué ocurre con el pelo y las uñas en un muerto?
En primer lugar te cuento que, cuando el corazón deja de latir las células que forman nuestro cuerpo dejan de recibir su aporte de oxígeno, algo que hace que mueran en muy poco tiempo. Por tanto dejan de reproducirse y eso hace que sea imposible biológicamente que las uñas o el pelo crezcan. Fíjate que lo único que mantiene algo de actividad son las neuronas. Actividad eléctrica que cesa unas 37 horas después de morir. Algo que me parece fascinante, ¡treinta y siete horas después de fallecer tu última neurona envía su última señal eléctrica!
¿Entonces…? Lo sé, lo sé, todos tenemos un primo que tiene un amigo al que el mecánico de su pueblo le contó que él había visto desenterrar a un señor y tenía las uñas y el pelo más largos. ¿Se lo ha inventado? Sí y no. Lo aclaro.
En realidad lo que ocurre al morir es que la piel se deshidrata y se encoge. ¿Y qué ocurre si algo encoge? ¡Prueba a ponerte un jersey que ha encogido en la lavadora! Verás que tu cuerpo es el mismo pero, ¡se te ve la barriga y ayer con ese mismo jersey no se te veía! Efectivamente, es lo mismo. Al encogerse la piel que está alrededor de nuestras uñas, estas se ven más, por lo que el mecánico de tu amigo es posible que haya visto que el difunto tenía las uñas más largas, pero vamos, tampoco tanto.
Con el pelo ocurre lo mismo. El cuero cabelludo se deshidrata y, ¡se ve más el pelo! Bueno, eso si es que tenías algo al morir, este problema no lo va a tener mi amigo José Agustín Durán, por ejemplo… 🙂
En cualquier caso es poco probable que alguien vea a un difunto y se ponga a medirle las uñas, ¿verdad?