Acabo de ver el vídeo que María Paramés, la madre de José Amián, fallecido junto a Belén Jordana, su novia, en un terrible accidente en un ascensor en Madrid, le ha dedicado a su hijo y no he podido evitar que se me encoja el corazón.
Pero también es cierto que he sentido una enorme admiración hacia estas familias cuya fe nos está dando, a muchos creyentes, una auténtica lección.
A vueltas con la fatalidad.
Estos días me han dado mucho que pensar. La fatalidad existe, aunque no la queramos ver, aunque nos empeñemos en taparla y en pensar que, esas cosas, solamente les ocurren a los demás. Y como ya dije en una postal anterior, estamos en la obligación de disfrutar de este bien tan extraordinario que es la vida.
Deberíamos nacer con esa misión casi en exclusiva: vivir. Apurar nuestros minutos buscando la felicidad en cada pequeña cosa. Y no solo en ocasiones especiales, ¡no hay ocasión más especial que la de despertarse y ser consciente que seguimos vivos! Lo repetiré. No dejes nada para una mejor ocasión. Nunca sabes si llegará.
Lo especial eres tú, no el sitio ni el momento.

Música y catarsis.
Os hablaba del vídeo que María Paramés ha colgado en su muro de Facebook y que os dejo al final de este texto. En realidad es una compilación de fotografías acompañadas de una canción. Una canción que Guillermo, Blanca y Soledad, primos y amigos de la pareja, han adaptado, con permiso del grupo Taburete, y que está resultando ser un bálsamo para el inconmesurable dolor de estas familias. ¿No es conmovedor el poder catártico de la música? La música, tan presente en nuestras vidas que, a veces, ni nos detenemos a valorar todo lo que nos da, ¿verdad?
Por otra parte siento que este drama está sacando a relucir lo mejor de cientos de miles de personas.
La bondad, tan humana como universal.
Sí, todos tenemos nuestras cosas pero, ante el dolor, tendemos a unirnos y a dar lo mejor de nosotros mismos. Como muchos ya sabéis, en breve comienzo mis estudios de Medicina. Y pienso que la base de mi anhelo no es otra que la de querer mitigar el dolor ajeno. De curar las heridas del prójimo. Creo que es algo universal. ¡De veras, pienso que todos tenemos un poquito de médicos en nuestro corazón! No conozco a nadie que sea capaz de pasar de largo ante el dolor de un semejante. Y esto me reafirma; las personas son buenas.
Volviendo al asunto musical, sé que el grupo Taburete, ha cedido amablemente la melodía para esta versión. También cuenta María Paramés que la letra es una adaptación sobre un escrito de Javier Sánchez del Campo, un amigo de la familia. Sencilla y honesta, se nota que la ha creado en un rapto de tremenda inspiración. Ambos gestos son obra de gente buena.
Por mi parte he leído miles de pésames, mensajes de pesar que salían del alma y que hacen que, de algún modo, todos recobremos un poco más la fe en el ser humano.
Sí, a riego de reiterarme, creo poder aseverar que a todos nos gusta ayudar. Tratamos de consolar al que sufre porque el dolor no nos es indiferente. Que nadie os engañe; las personas no somos tan horrorosas como nos hacen pensar algunos imbéciles.
Que la tragedia de Belén y José sea para todos un canto a la vida y a la bondad.
«Me tengo que ir, me llaman de arriba».
Os dejo aquí un enlace para descargar la canción de Belén y José, es preciosa. La he retocado ligeramente ecualizándola y comprimiendo volúmenes. Supongo que es mi humilde modo de tratar de ayudar. Como no tenía título se me ha ocurrido llamarla «Me tengo que ir, me llaman de arriba».
Letra de «Me tengo que ir, me llaman de arriba».
Me tengo que ir,
me llaman de arriba.
es muy difícil, lo sé.
mejor que sea breve.
no intentéis entenderlo,
no dolerá menos.
Me tengo que ir,
llevo compañía,
no voy solo,
me voy con quien quiero,
y ya volamos juntos,
directos al Cielo.
No lo entenderéis,
pero llegó ya mi hora,
me reclaman para que,
desde arriba, os guarde,
aunque me voy,
dentro de vuestro corazón,
ahí me quedo.
Y ya verás mamá,
la que voy a liar,
no habrá ni un alma aquí,
no pendiente de ti,
me pide Dios,
que nunca dejéis de rezar,
que inmensa fuerza y paz,
os va a llegar.
Me tengo que ir,
mamá para ayudarte,
a cuidar de papá y los hermanos,
todo momento,
me sentiréis a vuestro lado.
Estaré ahí,
aunque cueste dormir,
estaré en vuestro pensamiento,
siempre en vosotros,
y me llevaréis dentro,
y os daré la mano.
Y al amanecer, aunque no despertaré,
habré pasado la noche,
en tu regazo, mamá,
cuidando de ti,
de papá y los hermanos,
velando vuestro descanso.
Y ya verás papá,
la que voy a montar,
no habrá ni un alma aquí,
no pendiente de ti,
me pide Dios que,
nunca dejéis de rezar,
que inmensa fuerza abajo,
os va a llegar.
Ya os espero,
y estoy bien acompañado,
de la persona que quiero.
Me tengo que ir,
junto a ella os espero.
El vídeo de María Paramés.
Aquí tenéis el vídeo que María ha dedicado a su hijo. Es emocionante y, como dije al principio, toda una declaración de intenciones respecto a su fe.
Gracias familia, vuestra fortaleza en la fe nos hace fuertes a muchos.
El poema original.
Me tengo que ir,
me llaman de arriba.
El paso es difícil,
y es mejor hacerlo breve.
No intentéis entenderlo,
no dolerá menos.
Me tengo que ir,
y me llevo compañía.
No me voy solo,
me voy con quien quiero.
Ya volamos juntos,
directos al Cielo.
No intentéis entenderlo,
ha llegado mi hora.
Me reclaman de arriba,
para que desde allí os guarde.
Cuídate mamá,
cuida de todos.
Como siempre has hecho,
como siempre haces,
como siempre harás.
Me tengo que ir,
para poder ayudarte,
a cuidar de papá,
a cuidar de mis hermanos,
a cuidar de quién más quiero.
Me sentirás a tu lado,
cuando te cueste dormir,
estaré en tu pensamiento,
estaré siempre junto a ti.
Y tú me llevarás dentro.
Y cuando abras los ojos,
no vayas a despertarme,
habré pasado la noche,
velando vuestro descanso,
cuidando de mis hermanos,
descansando en tu regazo.
Ya os espero donde debo,
y estoy bien acompañado,
de la persona que quiero.
Me tengo que ir,
y junto a ella te espero.
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