Jamás me pongo nervioso. No es mérito mío; simplemente nací así. Pero ayer tuve el primer examen de la carrera de Medicina. En concreto Anatomía y generalidades de embriología, y reconozco que me sentí más tenso que cuando adelantas a un coche de la Guardia Civil…
A ello, tal vez, contribuyera el hecho de llevar enfermo cuatro días. Lo que me ha fastidiado para poder estudiar en condiciones, ¡pero nada de excusas!
El examen tuvo dos partes, la práctica y la teórica. Os hablaré de ambas.
Parte práctica.
La parte práctica me pareció, con mucho, el examen más estresante que he pasado en mi vida. Cinco mesas dispuestas con dos prosecciones/piezas (las prosecciones son «trozos» de una persona, pero dicho de modo científico). En cada pieza había clavado un alfiler con la cabeza de color rojo o amarillo o verde… Y eso es lo que tenías que identificar. Hasta ahí, todo bien. Pero… ¡¡Cuarenta segundos para dos piezas!! Es decir, a veinte segundos por pieza. Claro, no se trata solo de decir: escápula, o húmero. El alfiler está clavado en un sitio muy concreto y te puede tocar desde fosa supraespinosa hasta músculo abductor del pulgar o nervio radial.
Para estudiar esta parte del examen se hace casi imprescindible acudir al extraordinario Yokochi.
La espera la realizamos toda la clase en la sala de disección. Así que ahí estaba yo, junto a mi querido Paco, esperando a mi turno. Cada cuarenta segundos entrábamos dos estudiantes y comenzaba el espectáculo…

Entras, ves ante ti cinco mesas con prosecciones y en unos pocos segundos te dice la profesora: adelante. Y ahí te lanzas. Con la bata, el gorro, los guantes de latex (¿has probado alguna vez a escribir con guantes y bajo una presión tremenda?).
Total, entre que encuentras el alfiler, piensas lo que es, lo procesas y lo escribes, se te han pasado los veinte segundos. Por no hablar de la presión extra que supone que la doctora que realiza el examen, ande con el cronómetro en la mano y cantando los cambios de mesa. ¡Pero es así el asunto!

Este creo que no me salió demasiado mal. A pesar de que, en una de las prosecciones es que no vi ni el alfiler… Vamos, que no se puede cantar victoria, pero como primera experiencia no me desagradó.
Parte teórica.
Veinte preguntas tipo test con cinco posibles soluciones. Realmente me pareció más complicado que otros vistos de años anteriores. Y claro, aquí sí que no tengo idea de cómo me fue. Unas porque las contesté más por razonamiento que por conocimiento y otras porque cambié varias veces de idea. No fue sencillo. Tal vez algunas preguntas sí eran esperables, pero la inmensa mayoría se me antojaron raras. Y aún con todo estoy contento. Por supuesto si alguien iba con la idea peregrina de copiar, el profesor se la destruyó allí mismo: misión imposible.
Cincuenta minutos para responder. Puede parecer poco pero son veinte preguntas de tipo test, como he dicho. Vamos, que si te lo sabes, te sobra tiempo. Y si no te lo sabes, te sobra aún más tiempo…
Ya he pasado mi primer examen de Medicina.
Preparando otros exámenes.
El lunes tengo otro examen. Física Médica, uno de mis terrores veraniegos que, ahora, se me antoja menos oscuro. Tal vez por contraste con Bioquímica… Sí, estoy seguro de que, si existe el infierno, por la mañana habrá clase de Bioquímica para los condenados.
Las fotografías son propiedad del King’s College de Londres.