Para inaugurar el año, y mientras estudio neuro-fisiología y organografía de nervioso, llevo un par de días con una temperatura corporal de 37 y pico grados centígrados. Y claro, surge la duda, ¿pero esto es fiebre o no es fiebre? Mucha gente te dirá que no. Y la verdad es que se llama febrícula, pero vamos, que si te sientes mal, y la temperatura está por encima de 37, algo tienes, se llame como quiera. No estás bien y punto. ¡Que da mucha rabia cuando alguien te dice «eso no es fiebre«!
¿Cómo funciona la temperatura corporal?
Los cambios en la temperatura corporal se detectan a través de unos termorreceptores cutáneos, que son un tipo de neuronas que tenemos en la piel. Esos termorreceptores envían información al hipotálamo, que es una zona del cerebro en la que se almacena el valor de temperatura de referencia para tu cuerpo. O sea, el hipotálamo, digamos, tiene «anotado» en un «cuaderno» la temperatura que debe ser «normal». De manera que, cuando los termorreceptores cutáneos envían la temperatura que tiene tu piel en cada momento, el hipotálamo decide qué es lo que hay que hacer.
- Si la temperatura es alta en la piel, se activan una serie de mecanismos, para disminuir la temperatura: sudoración, para bajar la temperatura corporal.
- Si la temperatura es baja en la piel, se activan otros procesos para aumentarla: procesos de vaso-constricción para evitar las perdidas de calor, escalofríos, que generan energía y con ello calor, comportamientos que nos incitan a taparnos, etc.

La fiebre.
En este caso lo que sucede es que ese punto de referencia que hemos dicho que tiene «anotado» el hipotálamo asciende. Cuando tenemos una infección, se produce la liberación de ciertos compuestos por el sistema inmune, como prostaglandinas, que alteran ese valor de referencia que tiene «apuntado» el hipotálamo. Y claro, al final tu temperatura asciende porque, ahora, nuestro hipotálamo cree que la temperatura normal son 38 º, por ejemplo.
Posteriormente, cuando la cosa se va solucionando y la fiebre baja, sudamos, ¡porque el hipotálamo ha vuelto a recuperar la anotación original de lo que es una temperatura normal y decide bajar ese calor extra que nos ha dado la fiebre!
Febrícula, fiebre, hiperpirexia.
Al final, es una cuestión casi semántica porque, en todos los casos, te vas a encontrar mal.
Lo cierto es que entre 37º y 37,5º se llama, febrícula, de 37,6º a 39,9º fiebre y de 41º para arriba, hiperpirexia.
A partir de 41º la cosa es grave y hay que acudir, de inmediato a urgencias. (Excepto si eres padre o madre, en cuyo caso, si el niño tiene 37.1º ya acudes a Urgencias al borde del colapso cardíaco y más angustiado que Pinocho en un incendio… Es broma, es bromaaaaaa…)
Con 43º lo normal es que te mueras de una parada cardiorrespiratoria y, si sales adelante, es probable que tengas daños cerebrales permanentes.
Con 45º, que es lo máximo que ha llegado a tener un ser humano, las posibilidades de sobrevivir son casi nulas, pero en fin, que ha habido gente que lo ha logrado.
Termómetros digitales y no digitales.
Voy a decirlo claro. Y además es algo que, el que los ha probado, lo sabe: los termómetros digitales son una verdadera mierd… son poco fiables. Nada fiables de hecho.
Pero claro, desde 2007 están prohibidos los de mercurio (me pregunto como habremos sobrevivido a tantos peligros en la infancia de los 80), así pues, el recambio natural para aquellos maravillosos termómetros son los de galio, que por unos seis euros te garantizan una medición correcta.
Como curiosidad, si tienes en casa alguno de mercurio y se te rompe, no debes barrerlo ni usar la aspiradora. Recoges las bolitas tóxicas de mercurio con celo o cinta adhesiva y ya está. Yo, de pequeño, cuando se rompía alguno, jugaba con las bolitas de mercurio. Me parecía divertidísimo eso de que huyesen cuando acercaba mis deditos. En fin, tal vez eso explique algunas cosas… 🙂

A modo resumen: ¿qué me tomo?
La fiebre es un síntoma, no una enfermedad en sí. La mayor parte de las veces se debe a pequeñas infecciones que suelen remitir sin mayor problema. Aún así, existen diversos medicamentos antipiréticos (bajan la fiebre), que te ayudarán. El paracetamol es uno de los más usados, también te vale metamizol (Nolotil para los amigos), aspirina y el ibuprofeno. Todos ellos, además, aliviarán los clásicos dolores articulares de la fiebre.
¡Espero haber despejado alguna duda!