Iremos al grano: el grupo sanguíneo A estaría asociado con un riesgo mayor de contraer el virus, a la inversa que el tipo O, que conferiría más protección por razones que todavía se desconocen. El estudio aún no se ha revisado por pares y necesita más investigación, pero el brote de SARS de la década pasada ofrece lecciones con estudios contrastados.
Descubrimientos en el brote de SARS de 2003
En 2008, Jacques Le Pendu, de la Universidad de Nantes, y sus colaboradores investigaron un modelo in vitro del SARS-CoV. Averiguaron que el anticuerpo anti-A neutraliza la unión de la proteína S del virus al receptor de la ACE2 (enzima convertidora de la angiotensina, por sus siglas en inglés), un paso necesario para que la infección de la célula se lleve a cabo (en cuanto al anticuerpo anti-B, aún no se dispone de datos).
Es curioso que el grupo B es muy prevalente entre los asiáticos, especialmente en el subcontinente indio, China, penínsulas de Indochina y Corea, que es justo uno de los que tienen el anticuerpo anti-A, que parece dificultar la afinidad del virus con el receptor ACE2. El grupo O tiene los anticuerpos anti-A, pero también tiene los anti-B, por lo que el grupo B sería el fenotipo sanguíneo más específico contra la predisposición a padecer la COVID-19. O sea, los menos proclives a contagiarse.
En la tabla de la imagen se puede apreciar un resumen de la distribución de los fenotipos ABO (frecuencia en %), según los continentes, países y etnias. En ella se puede observar la mayor prevalencia del grupo B en Asia, comparado con el resto de continentes.
El porcentaje del grupo B es muy bajo o nulo en EE.UU, Brasil, Perú, México y todos los países europeos, excepto Rusia (con muchos ascendientes asiático-esteparios) y Hungría (los gitanos con un 35%, originarios de la India y los hijos de Atila y sus hunos, venidos también de las estepas asiáticas).
Los vascos: un caso especial.
Caso especial es de los vascos en Europa, que tienen sólo el 1% de población con el grupo B (10 veces menos que la media europea). El pueblo vasco ha sido de los que menos casos han tenido en España, uno de los países más afectados por la COVID-19.
Quizá por ello la incidencia de la COVID-19 esté siendo mayor en Occidente que en el Lejano Oriente. Pero hay que recordar que correlación no implica causalidad. Por ello otros factores genéticos, socioculturales, diferentes variedades virales, etc. podrían haber influido en que el SARS-CoV-2 esté siendo más agresivo en esos países.
Conspiraciones…
Se que todo esto bien mezclado (no agitado por favor) en la mente de algún “conspiranoico” muy metido en el papel del agente 007 le haría concluir, inmediatamente, que el virus se ha diseñado artificialmente en algún laboratorio para golpear a los enemigos de los que lo han fabricado. Un “panorama para matar” (A view to kill con música de los Duran-Duran).

Si bien es cierto que casi todas las papeletas de que el SARS-CoV-2 Las tiene la opción de que se haya “fugado” del Instituto de Virología de Wuhan (WIV), epicentro de la pandemia y donde la llamada “Batwoman”, Shi Zengli, y su equipo llevan estudiando con coronavirus durante muchos años (sobre todo de murciélago, de ahí su sobrenombre), todos los indicios apuntan a que se ha seleccionado mediante presión evolutiva acelerada en laboratorio (si fuera el caso del WIV), pero no diseñado artificialmente.
¿Hay predisposición por sexos?
También se está estudiando la predisposición genética por sexos, debido a que se ha observado más prevalencia en los hombres que en las mujeres. Los receptores TLR han vuelto a la escena, tras lo que ya estudió en ratones hace 15 años con el primer brote de SARS en 2003 (https://www.g3journal.org/content/7/6/1653).
Ahora el foco de atención se ha desplazado hacia el SARS-CoV-2, el nuevo coronavirus responsable de la COVID-19, pero los TLR han acaparado de nuevo el interés, esta vez a raíz de los intentos por explicar el marcado predominio del sexo masculino entre las personas que padecen una infección grave.
Según un estudio epidemiológico de ámbito nacional hecho en Francia y publicado el pasado 23 de abril, hasta el 73 por ciento de los ingresados por COVID-19 en las unidades de cuidados intensivos de ese país fueron varones. Diferencias de hábitos y de carácter hormonal explicarían en parte esa preponderancia, pero los genes tendrían algo que ver también en la situación. A diferencia de los hombres, las mujeres poseen dos cromosomas X, por lo que cuentan con el doble de copias del gen TLR7, un detector esencial de la actividad vírica que refuerza la capacidad de respuesta inmunitaria.
No cabe duda de que no somos iguales ante el SARS-CoV-2, pero si descubrimos qué origina tales diferencias tal vez podamos paliarlas y los grupos sanguíneos sería una de las formas más eficaces y baratas de alertar y o diagnosticar a la población más predispuesta, genéticamente, a padecer la COVID-19, antes de que fuera demasiado tarde.
https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2020.03.11.20031096v2
https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0009898120301339?via%3Dihub
https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2020.03.22.20040600v2
https://www.covid19hg.org
https://www.institutimagine.org/en/covid-19-several-imagine-teams-mobilize-693
https://www.g3journal.org/content/7/6/1653