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DEL CINE AL HOSPITAL

Blog de un estudiante de Medicina. Un cineasta entre batas blancas.

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Guía de síntomas de la COVID-19 y cuándo acudir al hospital.

26 septiembre, 2020 escrito por Óscar Parra 3 comentarios

Es tanta la información que, en mi opinión, se está saturando a todo el mundo. Así pues me ha parecido útil publicar una breve guía visual para que todos tengamos claro, de una manera rápida, cuáles son los síntomas de la COVID-19.

Síntomas COVID-19

  • Tos (69% de los pacientes)
  • Temperatura (37,8º-38ºC 22% de los pacientes)
  • Temperatura (mayor de 38ºC 22% de los pacientes)
  • Agotamiento (38% de los pacientes)
  • Expectoración (34% de los pacientes)
  • Disnea (falta de aire, 19% de los pacientes)
  • Mialgias (dolor muscular, 15% de los pacientes)
  • Dolor de garganta (14% de los pacientes)
  • Dolor de cabeza (14% de los pacientes)
  • Escalofríos (12% de los pacientes)
  • Congestión nasal (5% de los pacientes)
  • Náuseas o vómitos (5% de los pacientes)
  • Diarrea (4% de los pacientes)

¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?

  • Tos, suele ser seca, pero no te confíes, si es con expectoración (vamos, que arrastras mucosidad), también podría ser.
  • Agotamiento inexplicable.
  • Fiebre, aunque ojo, más del 50% de los pacientes de la COVID-19 están sin fiebre al principio.
  • Disnea, te falta el aire.

¿Cuándo debo acudir sin falta al hospital?

Si tienes alguno de estos síntomas, acude de inmediato al hospital.

  • Disnea en reposo, o sea, falta de aire incluso sin hacer ningún esfuerzo. Que te pongas de pie y ya te falte el aire.
  • Respiras con dificultad. Si tu SpO2 baja de 93-92, acude. Para medirla necesitas un pulsioxímetro.
  • Dolor o presión en el pecho.
  • Frialdad, sudor frío, palidez, manchas azules o violáceas.
  • Obnubilación, estás como muy, muy atontado, como ido, con la cabeza rara.
  • Cianosis facial o labial: o sea, tienes la cara o los labios tirando a azulados.
  • Oligoanuria: no haces pipí o haces muy pero que muy poquito.
  • Hemoptisis: toses y sale sangre.

Guárdate este cuadro resumen, así lo tendrás a mano.

 

Si quieres descargar esta guía, haz clic aquí para poder enviarlo por tus redes sociales.

Vertical:

Descargar “SINTOMAS_COVID_VERTICAL.jpg” SINTOMAS_COVID_VERTICAL.jpg – Descargado 21 veces – 843 KB

Horizontal:

Descargar “Guía de síntomas de COVID-19” sintomascovid.jpg – Descargado 20 veces – 242 KB

 

Sección: Divulgación médica, Flash, MEDICINA 4, Mi Diario Aquí se habla de: blog estudiante medicina, Coronavirus, COVID-19, epidemiología, estudiante de medicina, microbiología

Vacunas frente a la COVID-19, ¿cómo va la cosa en estos momentos?

7 agosto, 2020 escrito por Óscar Parra Deja un comentario

Por no dejar en suspenso la información os lo digo ya: la prestigiosa publicación The Lancet, trae buenas noticias.

Casi 200 vacunas en desarrollo activo en estos momentos.

Es evidente que el mundo se ha puesto a buscar la vacuna con verdaderas ganas, ¿verdad?. ¡Y es que los seres humanos, cuando nos centramos en algo somos casi imparables!

Se acaban de publicar los resultados de dos ensayos de vacuna de COVID-19.  Uno es el trabajo de los investigadores del Instituto Jenner de la Universidad de Oxford (Oxford, Reino Unido), con el apoyo de AstraZeneca. El otro es fruto del esfuerzo de investigadores apoyados por CanSino Biologics en Wuhan, China. Ambos grupos usaron un vector adenoviral, y ambos informan que su vacuna genera respuestas humorales frente al dominio de unión al receptor de la glicoproteína spike de SARS-CoV-2 hacia el día 28, así como respuestas de los linfocitos T. Ambos estudios notifican acontecimientos adversos leves, locales y sistémicos, como fiebre, fatiga y dolor en el sitio de inyección. En ninguno de los ensayos se notificó ningún acontecimiento adverso grave.

¿Y qué esperanzas podemos tener en estas vacunas frente a COVID-19?

Pues los resultados de ambos estudios son un buen augurio para los ensayos de fase III, donde las vacunas deben testarse en muestras mucho más grandes de participantes para evaluar su eficacia y seguridad. En general, los resultados de ambos ensayos son similares y prometedores, a pesar de las diferencias en el vector y en las ubicaciones geográficas de las poblaciones estudiadas.

Ambos ensayos han sido capaces de generar respuestas humorales, celulares e innatas. Vamos, que ambas han logrado que el sistema inmune cree anticuerpos. Pero, siendo prudentes, hay que decir que existen dudas acerca de estas y otras vacunas frente a COVID-19 en desarrollo, incluida la longevidad de la respuesta y la inmunogenicidad en adultos mayores u otros grupos específicos, como aquellos con comorbilidades que a menudo se excluyen de los ensayos clínico.

El éxito de las vacunas frente a COVID-19 depende de la confianza de la población en ellas, lo que requiere una evaluación integral y transparente del riesgo y una comunicación honesta de los posibles daños. En paralelo a su desarrollo, se necesita una infraestructura de farmacovigilancia, incluida la vigilancia de la infección asintomática entre las personas vacunadas y no vacunadas. Esto debe implementarse en paralelo con los ensayos de fase III y en preparación para el lanzamiento de la fase IV.

Infecting a volunteer with coronavirus to develop a vaccine ...

¿Qué fases se dan para un ensayo clínico?

Todos los ensayos clínicos deben pasar por cuatro fases bien diferenciadas. Vamos a resumirlas.

Fase I estudian si un tratamiento nuevo es seguro y busca el mejor modo de administrar el tratamiento. Los médicos también buscan signos de que la patología responde al tratamiento nuevo.
Fase II estudian si la patología responde al tratamiento nuevo.
Fase III estudian si un tratamiento nuevo es mejor que un tratamiento estándar.
Fase IV encuentran más información sobre los beneficios y efectos secundarios a largo plazo.

En este momento, como he comentado, hay varias vacunas ya en fase III, o sea, justo en la anterior a ser fabricado masivamente. ¡Le vamos a ganar la batalla, que no os quepa la menor duda!

 


Fuente original: The Lancet

Sección: Divulgación médica, Flash, MEDICINA 4, Noticias bonitas Aquí se habla de: blog estudiante medicina, Coronavirus, COVID-19, estudiante de medicina

De qué morimos, de qué pensamos que morimos y de qué nos dicen que morimos.

18 julio, 2019 escrito por Óscar Parra Deja un comentario

A primera hora de la tarde hice una pequeña encuesta en Facebook, la pregunta era muy simple: ¿Qué os parece más grave a día de hoy?

  • Enfermedad cardiovascular.
  • Cáncer.

Tal y como era de esperar, la inmensa mayoría respondió que el cáncer. Casi el 80% de las personas creen que el cáncer es más grave que una enfermedad cardiovascular.

Los medios de comunicación.

El año pasado se publicó un estupendo trabajo (Shen et al. Death reality vs reported) que, de algún modo explica este resultado. Resulta que las televisiones, los periódicos, en general los grandes medios de comunicación informaron sobre las causas de muerte de este modo:

  •  Terrorismo (35,6%)
  • Asesinatos (22,8%)
  • Cáncer (13,5%)
  • Suicidios (10,6%)
  • Enfermedad cardiovascular (2,5%)

Claro, viendo esto da la impresión de que el mundo muere mucha más gente por terrorismo que por una enfermedad cardiovascular. Y de hecho pareciera que muere 6 veces más gente de cáncer que de un problema cardiovascular.

Porque al final, la idea que se forma en nosotros de cualquier asunto viene dada por la importancia que le damos al mismo. Es como cuando uno busca piso o está embarazada, ¡que parece que ve muchas más embarazadas que antes y muchos más carteles de venta de pisos que los vistos en toda su vida! Y si en la tele y demás medios, andan día y noche con ello…

Por otra parte, nos impacta mucho más la muerte de un amigo o de un conocido por cáncer que por un aneurisma o por arterioesclerosis, o apoplejia. Pero, ¿será cierto?

 

Lo que buscamos en Google.

Es obvio que los medios de comunicación, como digo, nos influyen, de hecho en Google el 2% de las búsquedas sobre causas de muerte son de personas que se preocupan por alguna enfermedad cardiovascular, ¡el 2%!. Sin embargo, a las muertes por cáncer se dedicaron un 37% de las búsquedas ¡casi 19 veces más!. Pero hay más… Las muertes por accidente de coche las hemos buscado un 10,7%, y  las muertes por Alzheimer un 2,9%, a las muertes por terrorismo un 7,2%….

O sea, se podría inferir que nos preocupa morir 18 veces más de cáncer que de problemas cardiovasculares, nos da 2 veces más miedo el terrorismo que las enfermedades cardiovasculares y los suicidios nos impactan 6 veces más que las que muertes por problemas cardiovasculares. Y sin embargo…

Espero que el famoso momento de la luz al final del túnel sea menos tétrico.
Espero que el famoso momento de la luz al final del túnel sea menos tétrico.

Nuestra percepción de la salud y la realidad.

Aquí viene la sorpresa. En contra de la opinión general de mi pequeña encuesta, lo cierto es que las enfermedades cardiovasculares matan a más gente que el cáncer. Sin embargo, como habéis visto CASI TODO EL MUNDO OPINA LO CONTRARIO. Como dije, casi el 80% de la población tiene la percepción de que el cáncer es mucho peor que una enfermedad de los vasos o del corazón.

Y en España.

Pongo de ejemplo a España, mi país, pero es extensible prácticamente, con algún cambio menor, a todo el mundo occidental. En continentes como África, desgraciadamente la cosa es distinta puesto que las personas fallecen mucho antes y de enfermedades perfectamente tratables, como la diabetes.

Según el Instituto Nacional de Estadística, el 23% de los fallecimientos son por algún tipo de cáncer mientras que el 41% de las muertes tiene como origen una enfermedad cardiovascular. Como veis la diferencia es más que sustancial.  Casi el doble.

Como curiosidad os diré que el terrorismo, globalmente, no llega a matar ni al 0,01% de las personas, o dicho de un modo más dramático: si se sorteasen muertes, es decir, si un tipo dijese en voz alta ¡MUERTE POR ATENTADO! y falleciese una persona, ese ser tendría que gritarlo 10.000 veces para que tuvieses la oportunidad de que te tocase a ti. Pero, cuando se pusiera a repartir muertes por problemas cardiovasculares, de cada 100 veces que gritase ¡MUERTE CARDIOVASCULAR!, 41 veces podría tocarte.

A modo de conclusión.

La enfermedad cardiovascular es el mayor asesino de nuestra era. Salir a andar, evitar en lo posible el sedentarismo y vigilar la tensión arterial es mucho más efectivo que casi cualquier otro remedio.

A veces, lo que parece no es lo real.

¿Cómo mantener una buena salud cardiovascular?

Aquí os dejo 4 consejos de la Federación Mundial del Corazón.

  1. Sé más activo: intenta realizar una actividad de intensidad moderada durante al menos 30 minutos al día, cinco días a la semana; y realiza pequeños cambios en tu vida diaria como subir escaleras o bajarte antes del autobús. Lo sé, olvidarte del ascensor cuesta pero…
  2. Deja de fumar: es la mejor ayuda para la salud de tu corazón. Si necesitas ayuda para dejarlo, consulta a un profesional médico.
  3. Sigue una dieta más equilibrada: intenta consumir cinco porciones de fruta y verdura al día. Obviamente no te vas a meter 5 mazanas al día, pero un par de ellas y luego a lo mejor un trozo de sandía, o un plátano, sí.
  4. Tómate la tensión regularidad. Lo digo ya porque sabéis que me gusta ser claro: los tensiómetros de muñeca son una basura. Compra uno de brazo, y con una vez en semana que te la tomes tienes suficiente.

En fin, espero que os haya gustado. Estoy pensando en escribir un artículo sobre estrategias para dejar de fumar… ¿Qué os parecería?

Sección: Flash, Tercero de Medicina Aquí se habla de: cáncer, cardiovascular, terrorismo, Tío Pepe

Cannabis y esquizofrenia: la verdad sobre los porros que nos desvela la Medicina.

27 abril, 2019 escrito por Óscar Parra 2 comentarios

Hoy os vengo a contar algo muy serio. Hablaremos del cannabis, o sea, hachís y marihuana para entendernos. La semana pasada, el profesor de genética molecular, el eminente doctor Alfonso Martínez-Conde, nos habló del asunto y lo que nos contó me pareció demoledor.

¿Se corren riesgos al consumir cannabis?

En general la gente habla del tema con una ligereza asombrosa. O tal vez sea que, ahora, con el auge de las redes sociales y la posibilidad de que cualquiera pueda contarle al mundo su opinión, se pueden encontrar verdaderas barbaridades sobre el tema del consumo de cannabis. En mi juventud, naturalmente, varios de mis amigos fueron consumidores de cannabis. De hecho he contemplado escenas que, si me las contasen, no las creería: un amiguete tumbándose a las cinco o seis de la madrugada en un paso de cebra de la calle Princesa de Madrid (una gran avenida del centro, para los que no conozcáis Madrid). Pues este amigo, porque la verdad es que sigue siendo amigo (sobrevivió), cuando le requeríamos a gritos que se quitase de ahí, él contestaba que no nos preocupásemos, que él era un dummy y no le podía ocurrir nada…

¡Soy un dummy, no me puede pasar nada...! Será cabrón el tío...
¡Soy un dummy, no me puede pasar nada…! Será cabrón el tío… Amigo, si me lees ponme un WhatsApp.

En fin… Por no alargar mucho el asunto lo voy a decir ya: sí, el consumo de cannabis connota graves riesgos para la salud. Concretamente provoca psicosis y esquizofrenia. El profesor afirmó que hasta el 50% de las esquizofrenias diagnosticadas tienen como base el consumo de cannabis por el paciente.

¿Cómo se consume el cannabis?

Esta plantita se consume o bien fumada o bien inhalada: la forma habitual de consumo de cannabis es fumado, mezclado con tabaco (hachís) o sin nada (marihuana) en forma de cigarrillo , llamado porro, canuto, petardo… También se puede fumar en pipas cortas y con cazueleta ancha llamada hachicheros.

Pero, ¿hay estudios serios sobre las consecuencias de consumir cannabis?

Pubmed es, posiblemente, la mejor base de datos a nivel mundial para  médicos. Pues bien, una simple búsqueda sobre los peligros del cannabis y su relación con la esquizofrenia arroja más de 1300 estudios. Vamos a hablar de algunos que me han parecido interesantes.

El primer estudio que demostró una asociación entre el consumo de cannabis y la esquizofrenia, años después de consumirla, se realizó en reclutas jóvenes del ejército sueco y fue publicado en 1987 por los investigadores Andreasson et al. Los autores encontraron que el consumo de cannabis a los 18 años (basta con consumirlo una vez por semana durante un año) llevó a un aumento de seis veces el riesgo de esquizofrenia 15 años después.

Este estudio también reveló que el consumo temprano de cannabis (es decir, a los 15 años) aumentó aún más el riesgo de desarrollar síntomas esquizofrénicos a los 26 años. En este caso el riesgo de padecer esquizofrenia se disparaba a 24 veces más que una persona que no haya consumido. En 2002, otro equipo de investigadores, (Arseneault et al.) concluyó que ese riesgo de esquizofrenia se mantenía incluso en pacientes que se habían tratado contra la psicosis temporal provocada por el cannabis. En la actualidad, durante el pasado año 2018 se publicaron 13 estudios que han demostrado, de manera sistemática, que el uso de cannabis aumenta el riesgo de psicosis y, de un modo idéntico el de la esquizofrenia (Murray et al, 2017).

Y por si fuera poco…

Los estudios epidemiológicos han demostrado que el consumo de cannabis se asocia con un riesgo de déficits cognitivos persistentes. Estos riesgos están modulados por la dosis y la duración del uso, además de la edad de uso y los factores genéticos, incluida la predisposición genética. Los estudios experimentales en humanos sanos mostraron que el cannabis y su principal componente psicoactivo, el delta-9-tetrahidrocannabinol (THC), son capaces de producir síntomas psicóticos transitorios, dependientes de la dosis, así como problemas cognitivos.

Los estudios en roedores han confirmado estos efectos y han demostrado que la exposición al cannabis en los adolescentes produce cambios estructurales en el cerebro y su plasticidad sináptica (que es la capacidad de nuestras neuronas para adaptarse a los cambios), resulta dañada. Dichos daños afectan de manera crítica a funciones cerebrales superiores. El THC del cannabis, podrían alterar la maduración del cerebro y causar cambios duraderos que persisten en el cerebro adulto.

Síndrome psicótico inducido por el cannabis.

El síndrome psicótico inducido por el cannabis se diagnostica como psicosis inducida por el cannabis (cuando los síntomas retroceden rápidamente después de la abstinencia) o esquizofrenia, cuando los síntomas persisten. Esta condición crónica requiere medicamentos antipsicóticos durante largos períodos (mínimo 2 años), aunque en la mayoría de pacientes la medicación debe administrarse durante décadas, si no toda la vida. Ojo porque hay algo que quiero destacar: el 40-50% de los pacientes a los que se les diagnostica psicosis inducida por cannabis (que se suele pasar con la abstinencia), finalmente serán diagnosticados con esquizofrenia en un plazo de 3 años (Arendt et al, 2005).

En definitiva, queda demostrado científicamente que el cannabis es ideal para inducir síntomas psicóticos crónicos y persistentes.

Ahí lo dejo.

Otros peligros…

Y ojo, no solo la esquizofrenia está al acecho. Podría darse también el caso de que te pasaras de listo y estos señores de verde de la fotografía (bueno, u otros parecidos) te hicieran una visita. No es tan malo como la esquizofrenia, pero igual te pasas tres años en la cárcel y al salir te esperan casi ochenta mil euros de multa. Vamos, que son todo ventajas… ¡Hasta te puedes convertir en dummy!

Agentes de la Guardia Civil, a punto de explicarle a un señor lo de la esquizofrenia...
Agentes de la Guardia Civil, a punto de explicarle a un señor lo de la esquizofrenia y otras cosillas…

Sección: Flash, Mi Diario, Segundo de Medicina Aquí se habla de: Alfonso Martínez-Conde, cannabis, hachís, marihuana

Tengo 37ºC, pero vamos a ver, ¿esto es fiebre o no es fiebre? [Flash]

3 enero, 2019 escrito por Óscar Parra Deja un comentario

Para inaugurar el año, y mientras estudio neuro-fisiología y organografía de nervioso, llevo un par de días con una temperatura corporal de 37 y pico grados centígrados. Y claro, surge la duda, ¿pero esto es fiebre o no es fiebre? Mucha gente te dirá que no. Y la verdad es que se llama febrícula, pero vamos, que si te sientes mal, y la temperatura está por encima de 37, algo tienes, se llame como quiera. No estás bien y punto. ¡Que da mucha rabia cuando alguien te dice «eso no es fiebre«!

¿Cómo funciona la temperatura corporal?

Los cambios en la temperatura corporal se detectan a través de unos termorreceptores cutáneos, que son un tipo de neuronas que tenemos en la piel. Esos termorreceptores envían información al hipotálamo, que es una zona del cerebro en la que se almacena el valor de temperatura de referencia para tu cuerpo. O sea, el hipotálamo, digamos, tiene «anotado» en un «cuaderno» la temperatura que debe ser «normal». De manera que, cuando los termorreceptores cutáneos envían la temperatura que tiene tu piel en cada momento, el hipotálamo decide qué es lo que hay que hacer.

  • Si la temperatura es alta en la piel, se activan una serie de mecanismos, para disminuir la temperatura: sudoración, para bajar la temperatura corporal.
  • Si la temperatura es baja en la piel, se activan otros procesos para aumentarla: procesos de vaso-constricción para evitar las perdidas de calor, escalofríos, que generan energía y con ello calor, comportamientos que nos incitan a taparnos, etc.
Vaya, 37.1, ya no puedo ir a trabajar...
Vaya, 37.1º C. Ya no puedo ir a trabajar…

La fiebre.

En este caso lo que sucede es que ese punto de referencia que hemos dicho que tiene «anotado» el hipotálamo asciende. Cuando tenemos una infección, se produce la liberación de ciertos compuestos por el sistema inmune, como prostaglandinas, que alteran ese valor de referencia que tiene «apuntado» el hipotálamo. Y claro, al final tu temperatura asciende porque, ahora, nuestro hipotálamo cree que la temperatura normal son 38 º, por ejemplo.

Posteriormente, cuando la cosa se va solucionando y la fiebre baja, sudamos, ¡porque el hipotálamo ha vuelto a recuperar la anotación original de lo que es una temperatura normal y decide bajar ese calor extra que nos ha dado la fiebre!

Febrícula, fiebre, hiperpirexia.

Al final, es una cuestión casi semántica porque, en todos los casos, te vas a encontrar mal.

Lo cierto es que entre 37º y 37,5º se llama, febrícula, de 37,6º a 39,9º fiebre y de 41º para arriba, hiperpirexia.

A partir de 41º la cosa es grave y hay que acudir, de inmediato a urgencias. (Excepto si eres padre o madre, en cuyo caso, si el niño tiene 37.1º ya acudes a Urgencias al borde del colapso cardíaco y más angustiado que Pinocho en un incendio… Es broma, es bromaaaaaa…)

Con 43º lo normal es que te mueras de una parada cardiorrespiratoria y, si sales adelante, es probable que tengas daños cerebrales permanentes.

Con 45º, que es lo máximo que ha llegado a tener un ser humano, las posibilidades de sobrevivir son casi nulas, pero en fin, que ha habido gente que lo ha logrado.

Termómetros digitales y no digitales.

Voy a decirlo claro. Y además es algo que, el que los ha probado, lo sabe: los termómetros digitales son una verdadera mierd… son poco fiables. Nada fiables de hecho.

Pero claro, desde 2007 están prohibidos los de mercurio (me pregunto como habremos sobrevivido a tantos peligros en la infancia de los 80), así pues, el recambio natural para aquellos maravillosos termómetros son los de galio, que por unos seis euros te garantizan una medición correcta.

Como curiosidad, si tienes en casa alguno de mercurio y se te rompe, no debes barrerlo ni usar la aspiradora. Recoges las bolitas tóxicas de mercurio con celo o cinta adhesiva y ya está. Yo, de pequeño, cuando se rompía alguno, jugaba con las bolitas de mercurio. Me parecía divertidísimo eso de que huyesen cuando acercaba mis deditos. En fin, tal vez eso explique algunas cosas… 🙂

Típico termómetro de galio. Parecido a los de hace años pero sin mercurio.
Típico termómetro de galio. Parecido a los de hace años pero sin mercurio.

A modo resumen: ¿qué me tomo?

La fiebre es un síntoma, no una enfermedad en sí. La mayor parte de las veces se debe a pequeñas infecciones que suelen remitir sin mayor problema. Aún así, existen diversos medicamentos antipiréticos (bajan la fiebre), que te ayudarán. El paracetamol es uno de los más usados, también te vale metamizol (Nolotil para los amigos), aspirina y el ibuprofeno. Todos ellos, además, aliviarán los clásicos dolores articulares de la fiebre.

¡Espero haber despejado alguna duda!

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¿Por qué decidí estudiar Medicina?

Lo cierto es que es un deseo que atesoro desde que era niño. Tan niño que ni siquiera lo recuerdo con claridad. Tal vez tenga algo de «culpa» mi tía Fátima, que me regaló el hospital de Famobil (Playmobil en otros países). O quizás me influyera mi primer médico (entonces se llamaban «médicos de cabecera»), don Ricardo, que me inculcó el amor por la Medicina a base de humor y cariño.

«Sólo el médico y el dramaturgo gozan del raro privilegio de cobrar las desazones que nos dan».
Santiago Ramón y Cajal

Así pues, sin don Santiago lo dice, tiene que ser cierto. De dramaturgo ya ejercí, ¡atento mundo sanitario, que voy!

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