Este pasado fin de semana he acudido a ver la película «La bella y la bestia», una vez en castellano (3D) y otra en inglés (2D). Salí fascinado.
Es cierto que tiene un toque de oscuridad que, tal vez, no la haga ideal para niños muy pequeños, pero también es verdad que Disney ha hilado fino para no llegar a asustar.
Ambientada en la Francia del siglo XVI, descubrimos detalles interesantes, como el destino de la madre de Bella, algo que tiene mucho que ver con esta imagen que podéis contemplar aquí debajo y que no aclaro para no estropearle a nadie la película.

La historia, de sobra conocida, se ha rodado con un gusto por el detalle verdaderamente exquisito.
El director Bill Condon ha hecho un trabajo soberbio, a excepción de algún paneo de cámara que le ha quedado regular, pero en fin, no todo iba a ser perfecto.
La Bella y la Bestia: Técnicamente, casi irreprochable.
Interiores y exteriores se han filmado en Inglaterra con la estupenda Arri Alexa XT Plus armada con lentes Leica Summilux-C. Concretamente en Londres y Surrey (Estudios Shepperton), y no ha sido casual. Todo director artístico conoce la fama mundial de los artistas británicos en el arte de confeccionar decorados. Y aquí, os lo aseguro, se han esmerado.
El uso del color, del CGI, de los efectos visuales, del sonido, de la música, ¡qué banda sonora, Dios mío!, convierten a esta película en un clásico instantáneo, una obra de arte que perdurará en la retina y el recuerdo de los espectadores durante generaciones.
Hoy, diecisiete días después de su estreno, lleva recaudados 876,259,842 dólares en todo el mundo.
De un tiempo a esta parte vengo manteniendo la idea de que, el cine, tal y como lo conocemos, desaparecerá. Cada vez habrá menos espacio para películas pequeñas, las grandes multinacionales acabarán fagocitando todas las salas (ya lo hacen), pero, ¿sabéis? Si es para películas como esta, bienvenido sea ese final pronosticado…
Ha costado 260 millones de dólares, o lo que es lo mismo, con esa cantidad en España haríamos unas ciento treinta películas, pero como diría mi amigo José Agustín Durán, a ver si no va a cagar más un buey que cien palomas.
Y ahora vamos con la Medicina en La bella y la bestia…
Parece ser que la historia podría estar basada en un hecho real acontecido en Francia bajo el reinado de Enrique II.
Se sabe que un español, Pedro González, natural de las Islas Canarias, residente en Francia, era considerado «una bestia».
El muchacho tenía el cuerpo y el rostro cubiertos de pelo. Hoy sabemos que aquel pobre hombre padecía una condición genética hereditaria llamada hipertricosis o “síndrome del hombre lobo”. Conocemos que esta enfermedad está directamente relacionada con una mutación en el cromosoma número X. En el mundo se han conocido unos 50 casos en los últimos cinco siglos. No existe tratamiento posible más allá del rasurado que proporciona un alivio temporal.

Volviendo a don Pedro González, la cuestión es que finalmente también tuvo su «Bella». Una dama de la corte, amiga de la reina consorte de Francia, Catalina de Médici. La dama, llamada Catherine, se enamoró de nuestra «bestia» y la pareja contrajo matrimonio en 1573.
Se sabe que estuvieron 40 años casados. Es obvio que doña Catherine entendió que la belleza está en el corazón. Y casi 500 años después Disney nos lo recuerda en el inolvidable tema central de «Bella y Bestia».
Eso sí, no se tiene conocimiento de que el señor González mutase en un bello príncipe de ojos claros; eso se lo debemos a la compañía creadora de Mickey Mouse.