Llegó el día; atrás queda el momento en que, como acicate a mi esfuerzo, mis padres prometieron celebrar una fiesta en caso de que lograse entrar en Medicina. Pasaron los exámenes para mayores de 25, las notas, los nervios de la espera, la publicación de los admitidos en la carrera, la matrícula, el carné universitario… Y ahora, a 22 días de comenzar, ¡la fiesta!
Pero antes, la fiesta.
El evento ha tenido lugar en mi querido pueblo de Carrizosa. Amigos y familiares acudieron de varios rincones de España para celebrar juntos un día especial. Naturalmente mis padres, como padres y como manchegos, propusieron un menú a todas luces más que suficiente: 3 corderos, varios kilos de queso manchego, chorizo de la tierra, jamón y cantidades de bebida más propias de un festival cervecero que de un evento privado. Entre los asistentes me faltó alguna persona que, de verdad, no pudo acudir; y la eché en falta.
También eché de menos a mi tío Pepe, su ausencia la palió, en algún sentido, la presencia de mi tía Encarna, su querida esposa, y sus hijos, y primos míos, José Carlos y Ana Belén.
La felicidad, hay que tomársela en serio.
Tengo la certeza de que tenemos la mala costumbre de preocuparnos exclusivamente por asuntos negativos. ¿Habéis pensado alguna vez lo que ocurriría si nos preocupásemos por temas positivos?
Por ejemplo, salir de casa con la bella intención de disfrutar de la velada. Salir con el pensamiento claro en ese sentido; algo tipo «hoy voy a tratar de ser feliz, de no ser descortés con nadie, de procurar felicidad a la gente con la que me cruce». En otras palabras, de tomarnos la felicidad en serio.
Pues sí, ayer traté de tomarme la felicidad en serio. Y tan buen resultado me dio que, hoy, voy a tomármela también.
Celebrando.
En mi familia el tema fiestas es algo genético. Estoy casi seguro de que hay un cromosoma festejador, y ese está presente en estas gentes que ayer hicieron de mi día una jornada inolvidable.
Por supuesto, y como podéis ver en el vídeo, contamos con nuestro juego favorito: ¡el electroshock!. Es genial. Cuatro mandos metálicos conectados a una pequeña central que genera electricidad. Suena un sonido y unas luces comienzan a parpadear en rojo, al ponerse en verde hay que pulsar un interruptor. El último que pulse… ¡Tendrás que verlo en el vídeo!

Pero en fin, esta postal es un breve homenaje a las personas que ayer se propusieron hacerme feliz y lo consiguieron.
El único vocablo que se me ocurre es GRACIAS. Sois personas maravillosas, y muchos, importantes para mi. Gemita, Modesta, Jesús, Jesusete, Sonia, Miriam, Pedrito, Iván, Valeria, Fati, Alejandro, Encarna, José Carlos, Ana Belén, Antoñete, Juana, Santiago, Chipi, Pili, Pepi, Pedro Antonio, Inma, Amalio, Vanessa Belén, Álvaro, Joaquín, Víctor Octavio, Agus, Azu, Canana, Karen, Antonio, Goyo, Teo, Tony, Emilia, GRACIAS.
A veces, el idioma de las palabras, se queda demasiado corto.