En estos días llegó mi turno. Ha sido todo rapidísimo. Dejas tus datos, te preguntan por posibles alergias, pasas a una sala, te vacunan, en algo menos de 2 segundos, te vas a otra sala a descansar y a comprobar que no tienes ningún efecto adverso rarito, durante diez o quince minutos y, ¡listos!. Sí, ya tengo puesta la vacuna para la COVID-19.
¿Y los efectos adversos?
En mi caso me han inoculado la vacuna de Pfizer. Y sí, he tenido algún efecto adverso menor. Algo de dolor en la zona de la vacunación, pero vamos, similar al que se tiene si te das un golpe con una puerta, por ejemplo, y al día siguiente febrícula, o sea ni siquiera fiebre, llegué a 37,1º que no es nada. También noté ciertas artralgias (dolor en las articulaciones). Pero ligeras.
En resumen, con la primera dosis de la vacuna ya inoculada los efectos adversos han sido los esperables. Incluso algo menos de lo esperado. Mis dos amigos y futuros grandes médicos, Jesús Lozano y Fermín Cabrera, por ejemplo, no han reportado efecto alguno más allá del dolor en el lugar de la vacuna.

Lo que sí me preocupa.
Lo que, de verdad, me preocupa, es la gestión del tema. En nuestro caso, dado que estamos en hospitales viendo a pacientes a diario, se han dado relativa prisa en vacunarnos. Y, creedme, ha sido bastante caótico. Gente que no acudía a ponérsela y por tanto había que reclutar a otros a toda velocidad porque, como sabéis, las vacunas no aguantan mucho una vez descongeladas. Y claro, mi reflexión es la siguiente: si con nosotros, que nos tienen fácilmente localizados con teléfono, correo electrónico y demás, la cosa ha sido, en algunos momentos, de auténtico disparate, ¿qué va a ocurrir con la población general?
En mi caso, por ejemplo, debería haberme llegado un SMS con la cita. Nunca llegó. Tanto es así que, cuando me vacuné, me dijeron: Óscar, la siguiente te toca tal día, pero si ves que no te llega el SMS te plantas aquí igualmente, ¿eh?. O sea, cero garantía de que llegue el dichoso SMS con la cita. Bien, pensemos en personas que no hacen un uso exhaustivo del móvil; por ejemplo mi señor padre. A don Jesús, mi padre, le mandas un SMS diciendo que en 24 horas va a estallar una bomba en su piso y os puedo jurar que en 24 horas tengo que buscarlo entre los escombros. Y ojo, no es un señor torpe con las tecnologías ni mucho menos. Simplemente, ¡no sabe leer SMS!. ¿Qué va a pasar con las personas más mayores o sin mucha pericia digital…?
Eso, de veras, es lo que me preocupa. No los efectos adversos. Los sanitarios, comparado con la población general, somos 4 gatos. Y esto se está pareciendo demasiado al ejército de Pancho Villa, en el que uno decía ¡al ataque! y otros se ponían a cocinar.
En fin, confiemos.
La estupidez por bandera: Victoria Abril.
Ayer la imbécil de Victoria Abril, actriz mediocre aunque ella no lo crea, quiso que se le hiciera «casito» diciendo disparates.

Mi opinión sobre esta cretina no es novedosa; la mantengo desde hace mucho tiempo, si acaso se confirma que, la edad, solamente la ha vuelto más incapaz. Negar, un año después de esta catástrofe, la existencia del virus denota una falta de inteligencia alarmante. Podemos discutir si el virus es más o menos letal, si las medidas político-sanitarias son apropiadas y proporcionales. Lo que sea. Pero negar la existencia solamente te retrata como una ignorante, una indigente intelectual y una analfabeta funcional con diez minutos de educación primaria, a lo sumo.
La buena de Loles León, una actriz estupenda, lo ha dejado claro en sus redes sociales:
PD: Queridos anti-vacunas, solo comentaros que no he notado que Bill Gates se haya hecho con el control de mi vida aún…
Imbécil
Del lat. imbecillis ‘débil’, ‘enfermo’, ‘pusilánime’.
1. adj. Tonto o falto de inteligencia. U. t. c. s. U. t. c. insulto.
2. adj. Propio o característico de la persona imbécil.
3. adj. Med. Que padece de imbecilidad. U. t. c. s.
4. adj. p. us. Flaco, débil.
Cretino, na
Del fr. crétin.
1. adj. Med. Que padece cretinismo. U. t. c. s.
2. adj. Estúpido, necio. Apl. a pers., u. t. c. s.