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DEL CINE AL HOSPITAL

Blog de un estudiante de Medicina. Un cineasta entre batas blancas.

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Segundo de Medicina en la UCM: así se forma un médico en España.

11 julio, 2019 escrito por Óscar Parra 10 comentarios

Finalizado mi segundo de Medicina, regreso para hacer un breve resumen de lo que es este curso. A los que han terminado primero les vendrá bien, para que vengan llorados de casa,  y al resto, seguramente os llame la atención conocer de cerca cómo es la formación de un médico en España.

¿Medicina?

Efectivamente, de Medicina más bien poco. Demasiadas asignaturas «básicas» en las que, algunos de los profesores, se empeñan en convencerte (con escaso éxito) de la importancia de ciertas materias. No, segundo de Medicina, no es Medicina.

El año pasado ya adelantaba que primero y segundo de Medicina, se rumoreaba, eran los peores cursos de la carrera. Y sí, los rumores han sido una cruda realidad. En más de una ocasión muchos nos hemos preguntado por la necesidad absurda de complicar unos exámenes sobre una materia, ya de por sí compleja. Como muestra un botón. Este año han abandonado la carrera 4 personas. Y alguna de ellas, realmente brillante.

Pero en fin, esto es lo que es. ¡Vamos a ello!

Las temidas, prescindibles y absurdas triadas de la Complutense.

El año pasado ya nos avisaron: en segundo las triadas dan miedo. ¿Qué son las triadas? Pues una idea de esas «felices». Algo que, en un  momento alguien propuso y a otro alguien debió parecerle estupendo: ninguno de esos «alguien» se había sometido jamás a triadas. Todo bien.

Se trata de  hacer tres exámenes EL MISMO DÍA sobre, presuntamente, la misma materia. Pero la realidad es otra. Son tres exámenes de Medicina. Y digo esto queriendo significar que cualquier examen de Medicina es verdaderamente complicado. Lo dicho, son tres exámenes el mismo día; uno detrás de otro.

Resultado de imagen de en su cabeza era espectacular

En la pura teoría, la idea debió sonar espectacular en sus cabezas: que los chicos hagan el examen de fisiología del aparato respiratorio, organografría microscópica humana de respiratorio y anatomía de respiratorio el mismo día, ¡eso les ayudará a relacionar! Lo lamento: es mentira.

Por ejemplarizar. Cuando en fisiología arrancamos con los rudimentos del aparato respiratorio, en organografía estábamos a tope conociendo la estructura microscópica de los vasos sanguíneos. En resumen; nada que ver.

Y así ha sido todo el año. Un desastre organizativo que perjudica el rendimiento del alumno pero que, a priori, a nadie parece importar. Un examen de Medicina, cualquier examen, ya es suficientemente  apabullante. Tres, simplemente, te dejan sin demasiadas opciones. O eliges, como hicieron compañeros, por dejar una para dedicarte a las otras dos (con ninguna garantía, porque tengo visto a amigos dejarse una para dedicarse a las otras y suspender dos de ellas). O bien tu vida se convierte en una sucesión imposible de apuntes y diapositivas y siempre con la eterna duda: ¿cuándo paro con organografía para dedicarme a fisiología? ¿Cuándo hago un hueco para retomar anatomía?

El asunto es así. Parece que hay intenciones de cambiarlo pero, ¿cuál es el problema? Que una vez que lo has pasado, apetece poco o nada dedicar tus ya escasas fuerzas a solucionarle el problema a los que vengan detrás. Así pues, acaba imperando el pensamiento de «el que venga detrás, que arree como hemos arreado nosotros«. Una pena.

Segundo de Medicina, asignatura por asignatura.

  • EPIDEMIOLOGÍA: Amenazaba con ser «bioestadística parte segunda», pero no lo fue. En epidemiología nos han enseñado a analizar ensayos clínicos (desde la vertiente estadística). En fin, una asignatura que duró pocas semanas con unas prácticas obligatorias y un examen, tal vez, demasiado exigente. Sin más. Me la preparé usando uno de los libros que se usan en el MIR para ir al examen. Mereció la pena. Con especial cariño me quedo con el recuerdo del doctor Luis Sordo, con el que compartí risas y consejos.
    • Consejo para primerizos: Mucho ojito con confiarse. Suspende muy poca gente pero las notas, en general, no son altas. Hay que hacer los problemas de las prácticas hasta hartarse.
  • FISIOLOGÍA: Continuación de la del año pasado. Comienza septiembre con fisiología del aparato respiratorio. Se nos explica el funcionamiento del sistema respiratorio Cómo es la circulación pulmonar, la mecánica respiratoria, el intercambio y transporte de gases, cómo se controla la respiración y un resumen de las patologías más frecuentes. En mi caso la docencia corrió a cargo de la excelente doctora Anabel Martín. Un nivel extraordinario como docente pero, eso sí, unos exámenes con una complejidad endiablada. Las prácticas de espirometría y demás, estuvieron bien. Tras respiratorio la cosa sigue con fisiología de digestivo. Impartido por la doctora Victoria Cachofeiro. Buena docente, con la capacidad de explicar de forma sencilla lo que no tiene nada de sencillo. Al final te aprendes las hormonas con facilidad. Sigue el tour con fisiología de renal. Más complejo, y es que algo tan tonto como orinar tiene detrás un diseño complejo y sensible a mil cambios. Me gustó, la verdad. De nuevo la impartió la doctora Cachofeiro.  Ya con las Navidades encima llega la temible fisiología de neuro. Complejísima y con más trampas que una película de chinos. La doctora encargada del asunto hace lo que puede para tratar de acercar ese universo de neuronas, neurotransmisores y vías al alumno. La parte de neurología motora ya fue el acabóse. Cuesta mucho trabajo pero echándole muchas horas, se saca. Y finaliza con la parte de fisiología de endocrino. Un tema complejo y árido que la profesora, a la que no voy a nombrar por respeto, no solo no facilita, sino que lo enmaraña aún más. Esta profesora ha sido, sin lugar a dudas, la mayor decepción que me he llevado en este segundo de Medicina. Enfadada por el absentismo del alumnado, algo perfectamente normal teniendo en cuenta que teníamos un examen parcial cada tres semanas, amenazó con un examen complicado y lo llevó a cabo. No contenta con eso, la corrección de la parte subjetiva (el desarrollo) dejó mucho que desear. Pero amigos, con los años, el tema de la libertad de cátedra ha creado una especie de inmunidad convirtiendo las asignaturas en un pequeño marquesado en el que una profesora, como es el caso, se puede dirigir a un alumno en los siguientes términos: «no tienes ni zorra idea», algo impropio de una profesional y adecuado, sin duda, en un ambiente tabernario. Cada uno saca lo que lleva dentro, claro está. En fin.
    • Consejo para primerizos: La cosa arranca fuerte, a primeros de septiembre, aún con los calores. No os descuidéis. Antes de un mes, sí, has leído bien, antes de un mes, estarás haciendo la primera triada… Procurad llevarla al día (risas), o al menos id leyendo la materia aunque sea en el transporte público. Las listas interminables de hormonas y demás, poco a poco pero sin dejar de repasarlas.
  • ORGANOGRAFÍA MICROSCÓPICA HUMANA: Amenazaba con ser una asignatura terrorífica. Los alumnos de otros años te prevenían con cierta cara de compasión. ¿Era cierto? Lo era. Casi 500 páginas de apuntes repletos de datos a recordar. Os muestro un extracto…

    Extracto de los apuntes de organografía.
    Extracto de los apuntes de organografía.

Como veis, un placer de dioses. Ahora multiplicad eso por 452 y ahí tenéis organografía microscópica humana en la UCM. La materia ha sido impartida por la doctora Pilar Álvarez. Dura, sí, pero con verdadero interés en que el alumno aprenda. Y poniendo todas las facilidades del mundo para que llegues a la meta deseada. La doctora Pilar Álvarez ha sido una de las alegrías de este segundo curso. Tiene auténtica devoción por el trabajo. Desgraciadamente por el propio y el ajeno… 😉

    • Consejo para primerizos: Poco os puedo decir. Si sois creyentes podéis probar con velas a la Santísima Virgen y estudiad. Estudiad MUCHO desde el primer momento. Exámenes de 25 preguntas y con imágenes. La materia se saca, pero se suda. Se suda mucho.
  • BASES PSICOLÓGICAS DE LA SALUD Y LA ENFERMEDAD: La pretendida «maría» de segundo. Tengo malas noticias. Era mentira. En ella se desglosan las bases del trato con el paciente. Olvidaos de médicos tipo «Dr. House», ahora la Medicina se hace con el paciente. Él también decide. Docentes maravillosos y con una calidad humana inabarcable como el doctor Julio Zarco o la doctora María Inés López-Ibor. Un verdadero lujo.
    • Consejo para primerizos: Se puede hacer cuesta arriba la asistencia a clase. Máxime con la cantidad de exámenes que tienes casi de continuo. Pero puede salir rentable asistir. Los apuntes cambian de año a año. Las prácticas son obligatorias pero muy, muy, muy buenas. Las mejores de estos dos años. No os creáis eso de que es fácil. Os diré que ha suspendido bastante gente.
  • ANATOMÍA HUMANA II: La segunda parte de la anatomía humana. Respiratorio, Digestivo, Renal y Neuroanatomía. Asignatura fundamental para conocer el cuerpo humano. Docentes para todos gustos y colores. Yo destacaría especialmente al simpático y resolutivo Fermín Viejo. Del resto no tengo mucho que decir. Las prácticas, pues como las de primero; interesantes. Contar con un cadáver para su estudio es algo inolvidable. En esta ocasión me tocó a una mujer con cardiomegalia, o sea, un corazón enorme, fruto de una disfunción respiratoria. Desde entonces para mí ha cobrado un significado nuevo la frase «tiene un corazón que no le cabe en el pecho».
    Neuroanatomía merecería un capítulo aparte. Impartida por el doctor Ángel Peña, es una parte TREMENDA. O te pones desde el minuto uno o recurres a exámenes de otros años. La pena que nos quedó a muchos es no haber podido contar con las extraordinarias e inigualables clases magistrales del doctor José Francisco Rodríguez Vázquez. Se le ha echado de menos…
    • Consejo para primerizos: Los exámenes prácticos son mucho más difíciles que en primero. Estudiad por apuntes. La parte de neuroanatomía tienes dos modos de encararla: o te dedicas la Navidad entera, alternando con fisiología y organografía o te lías a aprenderte de memoria las cientos de preguntas de exámenes de otros años. Funcionar, funciona.
  • BIOQUÍMICA HUMANA: La comencé con miedo. El año pasado bioquímica I me pareció, con diferencia, la peor. En cambio este año, con dos estupendas profesoras, la doctora Vanesa Jiménez y la doctora Pilar Cano, me ha parecido, con diferencia, la peor. Árida, difícil de estudiar e inacabable.  Más de ochocientas diapositivas a memorizar. Así, sin anestesia. Yo particularmente tuve momentos en que frisaba la locura y una pregunta en mi cabeza se repetía, día tras día: ¿no va a acabar nunca? Gracias a Dios, al final, la saqué. Las prácticas me han parecido del todo prescindibles. Razón por la que son obligatorias, porque de ser voluntarias no acudía ni el gato.  Mi querida Gemita sabe lo que he sufrido con esta asignatura. Pero vencí. 🙂
    • Consejo para primerizos: No sé ni qué decir. Acudid a clase. Es posible que te suene a arameo bíblico pero igual la profesora te desliza algún dato que luego te preguntará. Aquí no hay más remedio que venir llorado de casa. Estudio, estudio y más estudio y un examen más desagradable que el escaparate de una ortopedia.
  • GENÉTICA MOLECULAR: Desde el primer día se vio venir el drama. Un profesor, al que prefiero no nombrar, que se empeñó en hacer la asignatura intratable. Con continuas alusiones personales a sus asuntos políticos, a sus fobias por sus propios compañeros, a rencillas con miembros del PAS de la facultad, algo que está de más sin lugar a dudas. Una experiencia muy indeseable. Prefiero no ahondar porque acabaré diciendo algo de lo que me arrepienta. Solo un dato.  Hemos terminado casi 40 alumnos pidiendo que nos examine un equipo independiente. Con eso lo digo todo. Las prácticas, a mi parecer, del todo prescindibles. Pero son obligatorias…
    • Consejo para primerizos: En la mayor parte de los grupos, la asignatura no es especialmente ardua. No os asustéis. Este año, simplemente, hemos dado con alguien un tanto diferente.
  • MICROBIOLOGÍA GENERAL: De las pocas, junto a fisiología que se asemejan a la Medicina real. Impartida por varios docentes y a la cabeza la doctora Carmen Rodríguez-Avial. Intensa la asignatura. Bacterias, virus, hongos, y parásitos que te obligarán a aprenderte patogenia, antibióticos y cientos de datos. Pero a ver, es lógico. A mí particularmente me ha gustado mucho. Las prácticas son fantásticas. Y coges conciencia. De las mejores del curso.
    • Consejo para primerizos: Id echando un ojo y haced, desde el principio el esfuerzo de aprenderos uno o dos bichos al día para que, llegado mayo, no os vengáis abajo con la ingente cantidad de nombres a aprender.

Eligiendo hospital.

En segundo llega el momento de escoger hospital. Tienes para elegir o el Clínico San Carlos, o el Doce de Octubre o el Gregorio Marañón. Cada uno con sus dimes y diretes. ¿Mi consejo? Vete al que vayan tus amigos. En esta carrera, el apoyo de tus amigos es algo IRRENUNCIABLE. Al final, la asignatura que es fácil en uno es complicada en otro y viceversa.

Consejos si acabas de terminar primero.

De nuevo recupero un consejo del año anterior: no compres libros. Simplemente no te valen para nada, excepto que a ti te guste un tema concreto y lo compres por el placer de aprender más sobre la materia. Los profesores solo preguntan lo que ellos han explicado en clase con sus diapositivas.

Y, como en primero, procura hacerte con exámenes de otros años. Así ves el modo de preguntar de cada profesor y puedes preparar mejor el examen. Eso por no hablar de que, en ocasiones, repiten alguna pregunta y aquí, ya sabes que la diferencia entre una pregunta bien contestada y mal puede ser la diferencia entre suspender y aprobar.

El doctor Ángel Peña, una eminencia en neuroanatomía.
El doctor Ángel Peña, una eminencia en neuroanatomía.

Libros para segundo de Medicina en la UCM.

El eterno dilema de los carísimos libros de Medicina… Siendo franco, y tal y como te he contado antes, los profesores no preguntan nada que no hayan explicado. Así las cosas, el único que te voy a recomendar es el siguiente:

      • Microbiología: Compendio de microbiología, es un libro en el que han participado varios profesores del departamento. No es imprescindible, ni mucho menos, pero no es caro y está bien si deseas profundizar en el mundo de los bichos.

    Y para terminar. Parece mentira, pero en  un mes y pico estoy entrando por la puerta del hospital para comenzar 3º de Medicina. Os iré contando, porque, de verdad, que tercero promete grandes emociones.

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Quiero adelgazar, ¿qué tal me iría un poco de ayuno?

22 marzo, 2019 escrito por Óscar Parra Deja un comentario

Sí, esta pregunta la mayor parte de la humanidad en Occidente, se la ha hecho en algún momento. Y aprovechando que acabo de terminar la parte de endocrino de fisiología, he pensado que, tal vez, os gustaría saber algo más sobre la idea del ayuno.

¿Qué es ayunar realmente?

La palabra en sí viene del latín ieunum, que significa vacío. Así pues, ya nos da una pista. Ayunar es quedarse vacío, en fin: no ingerir nada. Pero para lo que nos interesa ayunar significaría no comer nada aunque sí hidratarnos, o sea echar unos días a base de agua y fuerza de voluntad.

La idea, como dije al principio, suena tentadora, sobre todo justo después de haber comido como un oso, pero, ¿vale de algo? Vamos a ver lo que la Medicina nos cuenta.

Ayunando...
Ayunando…

La insulina y sus cositas.

La insulina tiene un papel fundamental en todo esto. Es la encargada de disminuir la cantidad de azúcar en nuestra sangre, lo que se conoce como glucemia, es decir, de guardar ese azúcar como reserva, en el hígado, los músculos y en el tejido adiposo (en las grasas, para entendernos). Vamos a echar un vistazo con algo de detalle.

En el páncreas tenemos una parte en la que encontramos los islotes de Langerhans. Esos islotes son los encargados de secretar insulina a la sangre en cuanto se detecta que hay un aumento de azúcar en ella. En ese momento, se da orden al hígado para que deje de almacenar glucógeno (que es algo así como glucosa empaquetada) y además se le pide que no secrete glucosa a la sangre. Normal, si acabamos de comer y ya tenemos azúcar en sangre, ¿para qué va a seguir el hígado echando más «cucharadas» de azúcar?

En los músculos, la insulina ordena a estos que comiencen a almacenar glucosa en forma de glucógeno (ya sabes, la glucosa empaquetada), para épocas en las que la cosa no esté tan boyante. Igualmente, estimula la entrada de aminoácidos en los músculos (que son los «ladrillos» con los que se construyen las proteínas), y así ganamos masa muscular.

En el tejido adiposo, gracias a la insulina, aumenta la captación de glucosa por los adipocitos (las células de la grasa), o sea, ¡más almacenamiento por si en algún momento pasamos hambre!.

Finalmente, en nuestro cerebro, concretamente en el hipotálamo, la insulina da la orden de parar de comer. Es un indicador de saciedad. Yo, cuando voy a Burger King, tengo la sensación de que debo tener averiada esa función del hipotálamo…

Como hemos visto, la insulina lo que hace es sacar el azúcar circulante de la sangre y almacenarla. Vamos a lo que vamos. ¿Y si hacemos una dieta de esas de «dejar de comer»?

Ahí está, el bueno del páncreas echando insulina a la sangre.
Ahí está, el bueno del páncreas echando insulina a la sangre.

El ayuno para hacer dieta.

A ver, la cosa básica es que, efectivamente, si dejas de comer, pierdes peso. Pero, ¿qué está ocurriendo realmente?

Los niveles normales de glucemia (azúcar en sangre) oscilan entre los 70 y los 145 mg/dl, según estemos sin desayunar o recién comidos. Con estos datos, vamos a ver lo que ocurre, tras un día de ayuno completo.

En principio, las primeras 14 horas no se modifica la insulina, pero al cumplirse 24 horas de ayuno, los niveles de insulina disminuyen. ¡Es normal, dado que el azúcar en sangre estará rondando los 80 mg/dl! ¿Para qué va a estar la insulina almacenando glucosa si apenas tenemos para ir tirando?. Lo que sí va a aumentar es la hormona del crecimiento y el glucagón. El glucagón viene a hacer casi lo opuesto a la insulina: conseguir que la glucosa almacenada salga a la sangre. Así pues, tiene lógica. Hemos dejado de comer, los niveles de azúcar en sangre han bajado bastante y el glucagón comienza a dar órdenes al hígado de que secrete azúcar porque la cosa no pinta bien.

Pero el hígado también tiene sus propios planes. Así pues, el glucógeno hepático (recordad que ese glucógeno eran almacenes de glucosa que fabricó cuando teníamos azúcar de sobra en la sangre), lo consume el propio hígado, que para eso es suyo. Pero como el hígado es un tipo muy generoso, la mayor parte del azúcar que almacena la saca a la sangre para que sea consumida por el sistema nervioso.

¡Aquí viene la parte que nos interesaba! En el tejido adiposo, se liberan los ácidos grasos, gracias a la hormona del crecimiento. Es decir, se quema grasa, se convierte en ácidos grasos que van a ir a parar al músculo esquelético como sustrato energético y otra parte de esos ácidos grasos va a otras células que lo pueden consumir. Mientras tanto, el hígado comienza a formar cuerpos cetónicos: ya que no tiene azúcar trata de fabricarla con «trozos» de grasa.

Por su parte la T3, que es una hormona de la glándula tiroides, encargada de nuestro metabolismo, o sea, de regular el consumo energético de todo el organismo, baja. Y eso ya no es buena noticia. ¿Qué quiere decir en palabras simples? Pues que el tiroides se da cuenta de que no estamos comiendo y da orden de bajar el ritmo de consumo. Es como si tienes 1000 euros a tu disposición todos los meses y empleas 150 en telefonía móvil, 80 en televisión por cable, etc. Pero un día te das cuenta de que el ingreso de 1000 euros ahora es de 200. Así pues, por si acaso la cosa se complica, das de baja la televisión por cable. Pues lo mismo.

Así que sí, estamos perdiendo grasa pero, a cambio, nuestro consumo energético de base se está reduciendo.

Prolongando el ayuno.

Nos pesamos y hemos visto que la cosa ha mejorado, así pues, ¿por qué no le echamos valor y aguantamos cuatro o cinco días en esta situación?

Cuando estamos en ayuno prolongado, se pueden perder 300 gramos de peso al día. Eso sí, 200 serán de grasas y un tercio de masa magra. O lo que es lo mismo, estamos comenzando a consumir nuestros propios músculos para sobrevivir. Esto ya no es tan estupendo.
Tras esos cuatro o cinco días, el cerebro, QUE NO ESTÁ PREPARADO PARA NUTRIRSE CON GRASAS, comienza a prepararse para poder consumirlas porque ve que la cosa se está poniendo seria. Las reservas de glucógeno ya están por los suelos. La insulina, obviamente, no tiene nada que hacer y baja mucho más. La T3 pone los niveles de consumo al mínimo. En otras palabras, haciendo lo mismo, consumimos mucha menos energía. Con lo que nuestro propósito se viene abajo. ¡Maldita tiroides, qué bien diseñada estás!

Para hacerlo más gráfico, supongamos que, durante el sueño, para mantener tu corazón latiendo, tu respiración, en fin, tu metabolismo, la T3 gasta, en situación normal, 1200 kcal. Pues bien, en situación de ayuno prolongado lo reduce a la mitad. ¡Así pues, vas a quemar menos!

Pero sí, se pierde peso. Fundamentalmente agua. En tres días puedes perder de 2 a 3 kg. Ojo, la mayor parte es agua. Si persistes, seguirás perdiendo peso. A partir del décimo día se pierden hasta 5 kilos por semana. Eso sí, también las ganas de vivir, porque vamos, estar 10 días sin comer…

Ayuno, ¿recomendable para adelgazar?

Habrás leído por ahí técnicas como el ayuno intermitente y demás. Bueno, ahora ya sabes un poco lo que ocurre dentro de ti. Desde el punto de vista endocrino, no es una maravilla. A ver, echar un día sin comer no te matará y de hecho, movilizar grasas, las vas a movilizar. No obstante creo que, psicológicamente, la cosa tiene sus beneficios. Me explico. Hacer un día, un solo día de ayuno, te hará perder algo de grasa, poca, pero sobre todo, te hará pasar hambre. Al día siguiente te vas a pesar y comprobarás que has perdido hasta 2 kilos (de agua, insisto, la mayor parte). En ese momento es probable que se te encienda una luz en tu cabeza diciendo: «con lo mal que se pasa haciendo ayuno, ¿merece la pena estropearlo poniéndome ahora ciego a donuts, bollería, pizzas, hamburguesas y demás cosas extremadamente deliciosas?» NO.

¿Y mi pizza 3 quesos...?
¿Y mi pizza 3 quesos…?

¿Y entonces?

El ayuno prolongado no es la solución. Eso ha quedado claro. Pasar un día con más hambre que el perro del afilador, que se comía las chispas para probar algo caliente, no te hará daño (salvo que seas diabético, en cuyo caso, olvida todo esto). Pero algo se puede hacer, seas como seas y tengas o no diabetes: salir a andar. Y cuando digo andar es andar, no de charla. Con tan solo 45 minutos a paso ligero la bajada de peso será espectacular. Eso sí, acompañándola de una reducción en el número de calorías. Todos somos muy dados a tablas de calorías y demás. La realidad es que todos sabemos lo que debemos y no debemos comer. Ni pasar la vida a base de ensaladas ni hacer de la pizza la base culinaria de tu existencia. ¿Un día tomas pizza? Bien, esa noche, algo muy, muy, muy ligero. O nada. Los últimos estudios indican que, lo ideal, es dejar a tu intestino descansar 10 horas cada día.

Yo, con este método (saliendo a andar), perdí 18 kilos en unos meses. Gracias a Gemita, que me impulsó y a mi fuerza de voluntad. Una auténtica barbaridad, lo sé, pero, ¡no tuve que ayunar! Aunque, eso sí, y que nadie os engañe: pasando algo de hambre.

¡Espero que os haya gustado! ¡Y ya sabéis, pronto hay que empezar a sacar las prendas de verano! Hacedme caso, mayo es demasiado tarde. Yo, empecé anteayer. Si os interesa, os iré contando como va la pérdida de peso.

 

Sección: Divulgación médica, Segundo de Medicina Aquí se habla de: ayuno, blog estudiante medicina, dieta, estudiante de medicina, Gemita, tiroides, verano

¿Cómo enseñan a los médicos a dar malas noticias?

18 marzo, 2019 escrito por Óscar Parra 4 comentarios

Este año estoy cursando una asignatura de nombre curioso: «Bases psicológicas de los estados de salud y enfermedad».  Y bajo él se esconde una de las asignaturas más necesarias de la carrera. El trato con el paciente, el día a día, la parte emocionante y emocional de la Medicina.

Malas noticias.

En la vida de un médico, tarde o temprano, llega el momento. Hay que dar malas noticias y cuanto antes nos enseñen a hacerlo, mejor.

Así pues, hace una semana, el doctor Julio Zarco nos sometió a una prueba en la que, él mismo, ejercía de paciente al que había que darle una muy mala noticia…

Sí, yo sabía que no era real. Pero el doctor lo hizo tan bien… Que, llegado el momento, se me hizo tremendamente cuesta arriba.

Dar malas noticias en Medicina.
Dar malas noticias en Medicina.

Ante ti, parloteando y nervioso, un hombre, un ser humano con su vida e ilusiones, con sus aciertos y fracasos, te observa. Porque el paciente te estudia, te analiza, está atento al menor gesto. Y ahí estás tú, con un papel entre tus  manos en el que se le pone fecha de cierre, punto y final a la vida de esa persona.
Y se lo tienes que decir.
Y no sabes ni como empezar.
Y él sabe que tú, algo sabes.
Y, por momentos parece que no quiere saber, que hace lo indecible para llevar la conversación por cualquier vereda que le aleje del momento. De ese terrible momento. Y entonces, ocurre.

Se lo dices. Sin demasiados rodeos. Con todo el tacto que se puede tener al decirle a otra persona que va a morir pronto. Y el silencio. Ese silencio. Un silencio que se convierte en un grito oscuro en tu cabeza. ¿Y el paciente? ¿Os habéis parado a pensar en lo que pasa por la cabeza del paciente en ese preciso instante? Un océano de sensaciones, sentimientos, recuerdos y miedos. Tantos miedos. Pero solo uno en realidad: el miedo a morir.

Aprendiendo a dar malas noticias.

Lo cierto es que no existe un modo bueno de hacerlo. Existen maneras de actuar respetando el dolor y la intimidad del paciente. Nunca lo hagas en un pasillo, por supuesto, jamás por teléfono. Busca un sitio confortable, permite que el paciente experimente las sensaciones que necesite. En resumen: haz lo que un ser humano sensible debe hacer; haz lo que a ti te gustaría que hiciesen contigo. Se claro y veraz. No es momento de falsas esperanzas. Guarda silencio. Muestra, con tu presencia, que estás ahí, que vas a ayudarle. Los pacientes nunca se desahucian.

La cercanía, tan fundamental. Pero con respeto: no todos las personas lo entienden igual.
La cercanía, tan fundamental. Pero con respeto: no todos las personas lo entienden igual.

Los médicos, casi nunca curan. Alargan la vida en el mejor caso. En el peor, deben, cuando menos, estar.

Al paciente le van a surgir muchas dudas. Hay que estar ahí para responderlas. Si las sabes. Y si no las sabes, dile que desconoces la respuesta. Pero no huyas. Nunca huyas. Eres su médico, en ese instante, tal vez su única agarradera a un mundo que, para él, prepara el telón que indica el fin de la función.

El silencio.

Os he contado lo duro del silencio. De ese silencio en concreto. Pero, en esta ocasión, es todo cuanto puedes aportar. Evita palabras estúpidas, huye de las frases hechas y, si vas a abrir la boca, mira bien lo que vas a decir. A las personas nos cuesta mucho guardar silencio en momentos así. Porque es incómodo. Porque a nadie le agrada el sufrimiento. Ni el propio ni el ajeno. Y por otra razón más. Íntimamente, la muerte de un ser humano, siempre te enfrenta a la tuya propia…

Sección: Divulgación médica, Segundo de Medicina Aquí se habla de: blog estudiante medicina, estudiante de medicina, Inspiración, Julio Zarco, malas noticias, UCM

Tengo 37ºC, pero vamos a ver, ¿esto es fiebre o no es fiebre? [Flash]

3 enero, 2019 escrito por Óscar Parra Deja un comentario

Para inaugurar el año, y mientras estudio neuro-fisiología y organografía de nervioso, llevo un par de días con una temperatura corporal de 37 y pico grados centígrados. Y claro, surge la duda, ¿pero esto es fiebre o no es fiebre? Mucha gente te dirá que no. Y la verdad es que se llama febrícula, pero vamos, que si te sientes mal, y la temperatura está por encima de 37, algo tienes, se llame como quiera. No estás bien y punto. ¡Que da mucha rabia cuando alguien te dice «eso no es fiebre«!

¿Cómo funciona la temperatura corporal?

Los cambios en la temperatura corporal se detectan a través de unos termorreceptores cutáneos, que son un tipo de neuronas que tenemos en la piel. Esos termorreceptores envían información al hipotálamo, que es una zona del cerebro en la que se almacena el valor de temperatura de referencia para tu cuerpo. O sea, el hipotálamo, digamos, tiene «anotado» en un «cuaderno» la temperatura que debe ser «normal». De manera que, cuando los termorreceptores cutáneos envían la temperatura que tiene tu piel en cada momento, el hipotálamo decide qué es lo que hay que hacer.

  • Si la temperatura es alta en la piel, se activan una serie de mecanismos, para disminuir la temperatura: sudoración, para bajar la temperatura corporal.
  • Si la temperatura es baja en la piel, se activan otros procesos para aumentarla: procesos de vaso-constricción para evitar las perdidas de calor, escalofríos, que generan energía y con ello calor, comportamientos que nos incitan a taparnos, etc.
Vaya, 37.1, ya no puedo ir a trabajar...
Vaya, 37.1º C. Ya no puedo ir a trabajar…

La fiebre.

En este caso lo que sucede es que ese punto de referencia que hemos dicho que tiene «anotado» el hipotálamo asciende. Cuando tenemos una infección, se produce la liberación de ciertos compuestos por el sistema inmune, como prostaglandinas, que alteran ese valor de referencia que tiene «apuntado» el hipotálamo. Y claro, al final tu temperatura asciende porque, ahora, nuestro hipotálamo cree que la temperatura normal son 38 º, por ejemplo.

Posteriormente, cuando la cosa se va solucionando y la fiebre baja, sudamos, ¡porque el hipotálamo ha vuelto a recuperar la anotación original de lo que es una temperatura normal y decide bajar ese calor extra que nos ha dado la fiebre!

Febrícula, fiebre, hiperpirexia.

Al final, es una cuestión casi semántica porque, en todos los casos, te vas a encontrar mal.

Lo cierto es que entre 37º y 37,5º se llama, febrícula, de 37,6º a 39,9º fiebre y de 41º para arriba, hiperpirexia.

A partir de 41º la cosa es grave y hay que acudir, de inmediato a urgencias. (Excepto si eres padre o madre, en cuyo caso, si el niño tiene 37.1º ya acudes a Urgencias al borde del colapso cardíaco y más angustiado que Pinocho en un incendio… Es broma, es bromaaaaaa…)

Con 43º lo normal es que te mueras de una parada cardiorrespiratoria y, si sales adelante, es probable que tengas daños cerebrales permanentes.

Con 45º, que es lo máximo que ha llegado a tener un ser humano, las posibilidades de sobrevivir son casi nulas, pero en fin, que ha habido gente que lo ha logrado.

Termómetros digitales y no digitales.

Voy a decirlo claro. Y además es algo que, el que los ha probado, lo sabe: los termómetros digitales son una verdadera mierd… son poco fiables. Nada fiables de hecho.

Pero claro, desde 2007 están prohibidos los de mercurio (me pregunto como habremos sobrevivido a tantos peligros en la infancia de los 80), así pues, el recambio natural para aquellos maravillosos termómetros son los de galio, que por unos seis euros te garantizan una medición correcta.

Como curiosidad, si tienes en casa alguno de mercurio y se te rompe, no debes barrerlo ni usar la aspiradora. Recoges las bolitas tóxicas de mercurio con celo o cinta adhesiva y ya está. Yo, de pequeño, cuando se rompía alguno, jugaba con las bolitas de mercurio. Me parecía divertidísimo eso de que huyesen cuando acercaba mis deditos. En fin, tal vez eso explique algunas cosas… 🙂

Típico termómetro de galio. Parecido a los de hace años pero sin mercurio.
Típico termómetro de galio. Parecido a los de hace años pero sin mercurio.

A modo resumen: ¿qué me tomo?

La fiebre es un síntoma, no una enfermedad en sí. La mayor parte de las veces se debe a pequeñas infecciones que suelen remitir sin mayor problema. Aún así, existen diversos medicamentos antipiréticos (bajan la fiebre), que te ayudarán. El paracetamol es uno de los más usados, también te vale metamizol (Nolotil para los amigos), aspirina y el ibuprofeno. Todos ellos, además, aliviarán los clásicos dolores articulares de la fiebre.

¡Espero haber despejado alguna duda!

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Adiós «triadas», hola descanso: Operación Estrella de Oriente.

5 diciembre, 2018 escrito por Óscar Parra 1 comentario

Terminada la tercera triada en la UCM (tres exámenes en un mismo día, que resultaron ser cuatro), llega el momento de descansar un poco. No demasiado porque neuro-fisiología está ahí, así como neuro-anatomía, organografía del sistema nervioso, bioquímica y las que están por llegar. Pero un poco, sí. Que lo necesito, en serio que sí.

OPERACIÓN ESTRELLA DE ORIENTE

Así las cosas y como homenaje al periodista y escritor J.J.Benítez, concretamente a su magna obra «Caballo de Troya» y dadas las fechas que se aproximan, voy a publicar una mini-novela titulada «Operación Estrella de Oriente» en el blog. Cada día colgaré un breve episodio hasta completarla.

Además publicaré un par de artículos sobre asuntos que me han impactado en lo que llevamos de curso en Medicina.

A todos, gracias por estar ahí.

Si quieres leer el primer mini-capítulo de «Operación Estrella de Oriente», ¡haz clic aquí!

Israel, en tiempos de Jesús.
Israel, en tiempos de Jesús.

Sección: CINE, Flash, Mi Diario, Segundo de Medicina Aquí se habla de: blog estudiante medicina, estudiante de medicina, Jesús de Nazaret, Navidad

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¿Por qué decidí estudiar Medicina?

Lo cierto es que es un deseo que atesoro desde que era niño. Tan niño que ni siquiera lo recuerdo con claridad. Tal vez tenga algo de «culpa» mi tía Fátima, que me regaló el hospital de Famobil (Playmobil en otros países). O quizás me influyera mi primer médico (entonces se llamaban «médicos de cabecera»), don Ricardo, que me inculcó el amor por la Medicina a base de humor y cariño.

«Sólo el médico y el dramaturgo gozan del raro privilegio de cobrar las desazones que nos dan».
Santiago Ramón y Cajal

Así pues, sin don Santiago lo dice, tiene que ser cierto. De dramaturgo ya ejercí, ¡atento mundo sanitario, que voy!

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