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DEL CINE AL HOSPITAL

Blog de un estudiante de Medicina. Un cineasta entre batas blancas.

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Ya han pasado seis años sin ti, tío Pepe.

11 diciembre, 2020 escrito por Óscar Parra Deja un comentario

Seis años sin mi tío Pepe. Y aunque, lógicamente el dolor amainó; el recuerdo no lo hizo. Ahora ya estoy en 4º de Medicina, he visto tantas veces la maldita enfermedad que le arrancó de nuestro lado, que casi he normalizado el dolor que produce el solo hecho de nombrarla… Pero no te quiero hablar de enfermedades, tú ya estás en ese Lugar en el que la palabra patología debe ser una rama de la Ciencia que estudia el comportamiento de los patos.

Hoy quiero recordar tus risas.

Porque, años después de tu partida, me percato de que, tu personalidad también residía en ella. ¿Quién puede no querer a una persona con la sonrisa perpetuamente colgada de los labios? Te vi reír hasta quedar sin respiración. Como un niño. Que, en realidad, querido tío Pepe, es lo que no dejaste de ser jamás. Un niño travieso y gracioso al que todo el mundo quería. Incluso el imbécil del guarda con el que siempre tuviste tus más y tus menos. Hasta ese, ¡que fue a tu entierro y todo!

El tío Pepe, en Semana Santa de 2014.
El tío Pepe, en Semana Santa de 2014.

Querido tío Pepe, este año 2020 ha sido una soberana mierda. Tú, lo sé, te habrías puesto el mundo por montera y te habrías reído del bicho con alguna de tus frases ingeniosas. No puedes imaginar las veces que me acuerdo de ti, las veces que me digo a mí mismo: ¿Qué habría dicho de esto el tío Pepe? Y casi siempre la respuesta que imagino es alguna barbaridad. Porque sí, también tu personalidad se nutría de esas respuestas salvajemente inapropiadas que me hacían retorcer de risa.

No me voy a extender mucho, solo quería plasmar en unas pocas palabras lo mucho que te quise, lo mucho que te sigo queriendo y como, tu recuerdo, sigue siendo la prueba evidente de que, nadie muere del todo si alguien le recuerda.

You´ll be in my heart.

Te dejo esta canción titulada You´ll be in my heart, que es un tema en inglés y como no tendrás ni puta idea de lo que significa, ni maldita la falta que te hizo nunca la lengua de Shakespeare, te digo yo cómo se traduce: «Estarás siempre en mi corazón, tío Pepe». Lo de «tío Pepe», lo he añadido yo, porque Phil Collins no encontró traducción para tu nombre. Supongo que estaría en alguna de sus juergas. Ahora que lo pienso, habríais hecho buenas migas, canalla. La cosa es que yo creo que no lo puso en el título porque no sabía cómo traducirte. Y eso a pesar de que, en inglés, se puede escribir como: «the best uncle in the fucking world». 

Te quiero.

Sección: Mi Diario Aquí se habla de: blog estudiante medicina, familia, Inspiración, José Pérez Parra, muerte, reflexión, Tío Pepe

María Inés López-Ibor: el doctor House es un gran técnico de Medicina, pero no es médico.

15 julio, 2019 escrito por Óscar Parra 5 comentarios

La doctora María Inés López-Ibor es una de las más reconocidas especialistas en psiquiatría de nuestro país. Sus más de doce años de experiencia, 27 diplomas y reconocimientos y 10 premios no son fruto de la casualidad. Este curso, que ya dejo atrás, he tenido la fortuna de tenerla como profesora en la asignatura Bases psicológicas de los estados de salud y enfermedad, y obviamente es un verdadero privilegio poder contar con ella en este humilde blog.

María Inés López-Ibor
María Inés López-Ibor

El currículo de la doctora María Inés López-Ibor es casi inacabable;

  • Directora del Departamento de psiquiatría de la Universidad Complutense.
  • Académica Correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina.
  • Académica correspondiente de la Real Academia de Doctores de España.
  • Profesor Titular Psiquiatría y Psicología Médica (Facultad de Medicina, Universidad Complutense desde 2001).
  • Presidenta del Patronato de la Fundación Juan José López-Ibor.
  • Miembro del Patronato de la Fundación Ortega Marañón.
  • Miembro del Consejo de Administración de la Clínica Lopez-Ibor.
  • Miembro del Patronato de la Fundación Salto para la integración laboral de personas con enfermedad mental.
  • Miembro del patronato de la Fundación Recal para la rehabilitación y reinserción de personas con drogodependencias.
  • Comité de dirección de la Revista Actas Españolas de Psiquiatría.
  • Vocal de la Sociedad de Psiquiatría de la Comunidad de Madrid, de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad de Patología Dual.

Cuenta con una dilatada experiencia en el ámbito clínico, particularmente en los trastornos de ansiedad y depresivos y derivados del consumo de sustancias. Ha sido directora médica de la Clínica López-Ibor durante los últimos diez años.

Es una obviedad decirlo pero, desde luego la doctora López-Ibor no ha perdido el tiempo.

Psiquiatría: entrevista con la doctora María Inés López-Ibor.

  1. Doctora, actualmente se sigue viendo la especialidad médica de la psiquiatría con cierta aprensión, cuéntenos, ¿quién va al psiquiatra en este siglo XXI?

Es cierto que aún en el siglo XXI la psiquiatría sigue teniendo cierto estigma. Pero sabemos que los trastornos mentales son trastornos frecuentes que tienen tratamiento, por lo que al psiquiatra debería acudir la persona que tiene síntomas ansiosos o depresivos, o trastornos del control de los impulsos o del comportamiento o del pensamiento, que tienen su origen en un trastorno mental. 

  1. ¿Cuál es el mayor reto de esta especialidad y qué es lo más gratificante de la psiquiatría?

El mayor reto es conocer cómo funciona el cerebro, lo que hace que una persona tenga una enfermedad o un trastorno en un momento de su vida y como poder tratarlo y recuperar. Lo más gratificante es ver que los pacientes mejoran, muchos se curan completamente y otros incluso se hacen más resistentes al estrés. 

  1. Desde los albores de la Humanidad, las enfermedades mentales han sido estigmas que han costado mucho sufrimiento en las personas, ¿seguimos estigmatizando al enfermo mental? Y en caso afirmativo, ¿cómo?

El estigma de la enfermedad mental sigue siendo unas de nuestras principales preocupaciones. Afecta, no sólo al paciente, sino también a la familia y a los profesionales que nos ocupamos de ellos.

El estigma es una marca que se le pone a la persona y todo su comportamiento, por ejemplo, se atribuye a la enfermedad. - Compártelo       
 No es fácil que nuestros enfermos encuentren un trabajo o una pareja. 

  1. Usted es directora del Departamento de psiquiatría de la Universidad Complutense, ¿cómo valora la formación de los futuros médicos en la actualidad? ¿Cree que es suficiente o se echa en falta una formación más transversal?

Fui directora del Departamento hace unos años. En la Facultad de Medicina de la Complutense creo que se forman a grandes médicos, no sólo en competencias, sino también en valores. Siempre es difícil organizar planes de estudio y con la implantación, como el Plan Bolonia, se ha intentado diseñar más programas transversales. 

  1. Series de televisión con un éxito internacional incontestable como Dr. House han transmitido la figura del médico carente de empatía con el paciente y centrado en la enfermedad. ¿Refleja una realidad? ¿Es un modelo a seguir?

Series como Dr. House han conseguido dos cosas, que la población general se interese por la medicina y lo que no debe ser un médico. El Dr. House es un gran técnico de la medicina, pero no es médico. Ser médico es mucho más que saber medicina, es tener empatía, es ser capaz de establecer una buena relación con el paciente. Porque al final nuestro trabajo es diagnosticar enfermedades y tratar al ser humano y no sólo al órgano enfermo. 

  1. ¿Qué relación debería tener el médico de hoy con el humanismo?

Todo médico debe ser y estar formado en humanidades, es un pilar esencial de la medicina, ya lo decía Platón. El mayor error que se puede cometer en el tratamiento de las enfermedades es que existan médicos para el cuerpo y médicos para el alma, cuando no es posible separar el uno de la otra. 

  1. Anorexia y bulimia son dos de los grandes retos de la psiquiatría, ¿existe algún plan nacional para luchar contra estas dos enfermedades? ¿Qué perspectivas médicas se vislumbran en el futuro más inmediato para ellas?

Existe un Plan Nacional y desde el Ministerio y las Comunidades se trabaja para coordinarlo. Han aumentado mucho el conocimiento y las actividades hacia estos enfermos, por ejemplo, se han cerrado webs que fomentaban la anorexia o la bulimia. También han mejorado los tratamientos y sobre todo el diagnóstico precoz con lo que aumentan las posibilidades de recuperación. 

  1. Otra de las enfermedades más conocidas, bien por los medios de comunicación, bien por el componente amarillista con que se trata en cine y televisión es el trastorno bipolar, ¿qué nos puede contar al respecto?

El trastorno bipolar se agrupaba dentro de los trastornos del ánimo, ahora es una entidad diferente: son personas que alternan episodios depresivos con otros que se llama hipertímicos, es decir con ánimo eufórico, o incluso exaltado.

Norman Bates, el mayor exponente en el cine de "doble personalidad".
Norman Bates, el mayor exponente en el cine de «doble personalidad». Por cierto, nada que ver con una psicopatía; ahí, mi admirado Hitchcock, patinó.
  1. La hipocondría es otro de los males de nuestra era, ¿existen tratamientos psiquiátricos eficaces o es más bien terreno de la psicología?

La hipocondría es un trastorno que se describió hace tiempo como el miedo en tener una enfermedad. Es posible que, porque tenemos acceso a más información sobre la salud, también estamos más preocupados por las enfermedades. Tiene tratamiento, que muchas veces es psicológico, pero otras veces es psicofarmacológico también. 

  1. Libros de auto-ayuda, gurús del bienestar y otros nos hablan del poder de la mente. ¿Realmente tenemos el poder tanto de enfermarnos como de sanarnos?

Los libros de autoayuda son cada vez más populares y sirven para poder enseñar estrategias para adaptarnos a muchas situaciones de la vida cotidiana. Si aprendemos, por ejemplo, a relajarnos muchos de los síntomas de ansiedad desaparecerán sin necesidad, a veces, de recurrir a tratamientos. Pero también hay que tener un cierto cuidado porque son lo que son, libros o conferencias que pueden ayudarnos pero nada más; no diagnostican, ni tratan las enfermedades.
Sabemos que muchas enfermedades son consecuencia de periodos de estrés y si aprendemos a manejar ese estrés podemos recuperarnos antes y si lo manejamos bien, nos volveremos resilientes es decir menos vulnerables al estrés.  

  1. Durante el curso se nos ha hablado con detalle de la ansiedad, ¿hay tratamientos para mitigar o curar la ansiedad desde la psiquiatría?

La ansiedad es un sentimiento, también es un síntoma que aparece en muchas enfermedades por el mero hecho de enfermedad. En ocasiones es un trastorno en si mismo y es cuando hablamos de los trastornos de ansiedad. Para estos trastornos y para los síntomas de ansiedad existen tratamientos farmacológicos y psicoterapéuticos que son muy útiles. Pero el diagnóstico tiene que estar bien hecho para que sean eficaces. 

  1. Igualmente hemos hablado de sentimientos, algo que parece escapar del ámbito de la Medicina. ¿Realmente se puede enfermar de tristeza? ¿Hay algo de verdad en el viejo tópico de “ha muerto de pena”?

La tristeza es un sentimiento que surge, sobre todo, ante una pérdida de algo o alguien, por ejemplo, un trabajo, una pareja, un amigo. Siempre hay una razón para estar triste. Pero la depresión es algo más, los límites entre estar triste y tener una enfermedad, como la depresión, a veces son vagos.
Cuando alguien se deprime, además de tristeza, aparecen otros síntomas más como la incapacidad de disfrutar de las cosas, la apatía. Si es verdad que si en estos casos no se pide ayuda las personas pueden empeorar mucho. 

  1. Para acabar, doctora, ¿qué le diría usted a un alumno de Medicina interesado en la especialidad de psiquiatría? ¿Hay buenas salidas laborales? ¿Qué es lo mejor y lo peor de esta desconocida especialidad?

Para mí la Psiquiatría es una especialidad médica muy completa, se ocupa del diagnóstico, tratamiento y recuperación de las personas que padecen una enfermedad mental. Yo creo que dentro de la medicina es una de las especialidades que tendrá más salidas, ya que en investigación hay mucho que hacer, aunque ya conocemos mucho mejor estas enfermedades.
Los mejor es ver que los pacientes mejoren y dejan de sufrir y eso hace que ellos y su entorno mejoren y lo peor es el estigma que sigue afectando a todo lo relacionado con la enfermedad mental.

Muchas gracias, de verdad, por esta entrevista, nos ayuda a todos a disminuir este estigma.


Bien, amigos. Ya habéis conocido un poquito a esta excelente profesional. Ha quedado claro que para ir al psiquiatra no hay que estar «loco», basta con padecer depresión, ansiedad o incluso estar triste para tener una buena razón para buscar ayuda.

Y si además la ayuda viene de una profesional de este calibre, mejor. Si alguien precisa contactar con la doctora María Inés López-Ibor, haciendo clic aquí , entrará en contacto.

Sección: Divulgación médica, Mi Diario, Segundo de Medicina Aquí se habla de: anorexia, ansiedad, bipolar, blog estudiante medicina, bulimina, doble personalidad, Dr. House, estrés, Inspiración, López-Ibor, María Inés López-Ibor, morir de pena, psiquiatría, sentimientos, trastorno bipolar, trastorno de identidad disociativo

¿Cómo enseñan a los médicos a dar malas noticias?

18 marzo, 2019 escrito por Óscar Parra 4 comentarios

Este año estoy cursando una asignatura de nombre curioso: «Bases psicológicas de los estados de salud y enfermedad».  Y bajo él se esconde una de las asignaturas más necesarias de la carrera. El trato con el paciente, el día a día, la parte emocionante y emocional de la Medicina.

Malas noticias.

En la vida de un médico, tarde o temprano, llega el momento. Hay que dar malas noticias y cuanto antes nos enseñen a hacerlo, mejor.

Así pues, hace una semana, el doctor Julio Zarco nos sometió a una prueba en la que, él mismo, ejercía de paciente al que había que darle una muy mala noticia…

Sí, yo sabía que no era real. Pero el doctor lo hizo tan bien… Que, llegado el momento, se me hizo tremendamente cuesta arriba.

Dar malas noticias en Medicina.
Dar malas noticias en Medicina.

Ante ti, parloteando y nervioso, un hombre, un ser humano con su vida e ilusiones, con sus aciertos y fracasos, te observa. Porque el paciente te estudia, te analiza, está atento al menor gesto. Y ahí estás tú, con un papel entre tus  manos en el que se le pone fecha de cierre, punto y final a la vida de esa persona.
Y se lo tienes que decir.
Y no sabes ni como empezar.
Y él sabe que tú, algo sabes.
Y, por momentos parece que no quiere saber, que hace lo indecible para llevar la conversación por cualquier vereda que le aleje del momento. De ese terrible momento. Y entonces, ocurre.

Se lo dices. Sin demasiados rodeos. Con todo el tacto que se puede tener al decirle a otra persona que va a morir pronto. Y el silencio. Ese silencio. Un silencio que se convierte en un grito oscuro en tu cabeza. ¿Y el paciente? ¿Os habéis parado a pensar en lo que pasa por la cabeza del paciente en ese preciso instante? Un océano de sensaciones, sentimientos, recuerdos y miedos. Tantos miedos. Pero solo uno en realidad: el miedo a morir.

Aprendiendo a dar malas noticias.

Lo cierto es que no existe un modo bueno de hacerlo. Existen maneras de actuar respetando el dolor y la intimidad del paciente. Nunca lo hagas en un pasillo, por supuesto, jamás por teléfono. Busca un sitio confortable, permite que el paciente experimente las sensaciones que necesite. En resumen: haz lo que un ser humano sensible debe hacer; haz lo que a ti te gustaría que hiciesen contigo. Se claro y veraz. No es momento de falsas esperanzas. Guarda silencio. Muestra, con tu presencia, que estás ahí, que vas a ayudarle. Los pacientes nunca se desahucian.

La cercanía, tan fundamental. Pero con respeto: no todos las personas lo entienden igual.
La cercanía, tan fundamental. Pero con respeto: no todos las personas lo entienden igual.

Los médicos, casi nunca curan. Alargan la vida en el mejor caso. En el peor, deben, cuando menos, estar.

Al paciente le van a surgir muchas dudas. Hay que estar ahí para responderlas. Si las sabes. Y si no las sabes, dile que desconoces la respuesta. Pero no huyas. Nunca huyas. Eres su médico, en ese instante, tal vez su única agarradera a un mundo que, para él, prepara el telón que indica el fin de la función.

El silencio.

Os he contado lo duro del silencio. De ese silencio en concreto. Pero, en esta ocasión, es todo cuanto puedes aportar. Evita palabras estúpidas, huye de las frases hechas y, si vas a abrir la boca, mira bien lo que vas a decir. A las personas nos cuesta mucho guardar silencio en momentos así. Porque es incómodo. Porque a nadie le agrada el sufrimiento. Ni el propio ni el ajeno. Y por otra razón más. Íntimamente, la muerte de un ser humano, siempre te enfrenta a la tuya propia…

Sección: Divulgación médica, Segundo de Medicina Aquí se habla de: blog estudiante medicina, estudiante de medicina, Inspiración, Julio Zarco, malas noticias, UCM

Tío Pepe, cuatro años sin verte, que no sin ti.

11 diciembre, 2018 escrito por Óscar Parra Deja un comentario

Hoy, cerca de las tres de la tarde, se han cumplido cuatro años sin verte, amado tío Pepe.
Pero no sin ti, porque sigues presente.
Y no, no son simples palabras. Eres una realidad tangible, que puedo palpar en mi vida. El dolor se ha mitigado, sí; no estamos hechos para sufrir eternamente, pero la sensación de pérdida ahí está, perenne, seca, hiriente: aún soy incapaz de creer que, de verdad, no volveré a verte en este mundo.

Te escribo estas líneas al atardecer de este nuevo 11 de diciembre, mientras me sumerjo en tus recuerdos al compás de esta melodía…

https://www.delcinealhospital.com/wp-content/uploads/2018/12/LastButterfly.mp3

La belleza radica en lo fugaz de la misma.

Este año he cursado una asignatura, «Cuidados paliativos», ¡lo que hubiese dado aquella eterna noche de hace cuatro años por saber lo que hoy sé! No habría sufrido viéndote aspirar tus últimas bocanadas de vida, no habría llorado horrorizado ante tu agonía: habría derramado el mismo océano de lágrimas por tu partida, pero sabiendo que no estabas sufriendo.
Hoy, querido tío Pepe, asimilada tu pérdida, sigo pensando que te fuiste demasiado pronto. Pero la belleza radica en lo fugaz de la misma. Tal vez por eso nos gusten tanto las estrellas fugaces, porque somos conscientes de su propia finitud.

De esta instantánea, me faltan dos. Mi querida abuela Sofía y tú, tío Pepe.
De esta instantánea, me faltan dos. Mi querida abuela Sofía y tú, tío Pepe.

Mi tío Pepe no sobrevivió.

Tu maldito cáncer de vejiga no acabó en las tablas de supervivencia que tantas veces revisé. ¡Cuántas veces he llorado sin pensar serenamente en ello! Y ahora, cuatro años más tarde, entiendo que, quizás, ocurrió porque tú no sabías sobrevivir en la vida, tú lo que de verdad sabías, era vivir. Y no es lo mismo.

Decía mi tocayo Wilde que lo menos frecuente en este mundo es vivir, que la mayoría de las personas solamente existen. - Compártelo       
Y tú, querido tío Pepe, no te conformaste con existir, no estabas hecho para sobrevivir, lo tuyo era vivir. Vivir en toda la extensión de la palabra.
Porque tú fuiste sinónimo de vida, tanto que, ni la misma muerte, logró apagar tu sonrisa de nuestros corazones. Tanto que, ni la misma muerte, consiguió borrar tu vida de las nuestras. Tanto…

Han pasado cuatro años. Pero tú, querido tío Pepe, tú sigues aquí, presente en nuestro ahora, cautivándonos con tu ayer y regalándonos sonrisas ante el mañana.

Te quiero, tío Pepe. Con todo mi corazón, te quise, te quiero y te querré, como escribí en aquel postrer mensaje que te envié en esa madrugada de diciembre, para siempre, y como tú, inolvidable para mí.

Sección: Mi Diario, Segundo de Medicina Aquí se habla de: blog estudiante medicina, cáncer, cáncer de vejiga, carcinoma urotelial, familia, Gemita, Inspiración, José Pérez Parra, Modesta Pérez, reflexión, Tío Pepe

¿No te lavas las manos con frecuencia? Semmelweis te va a convencer.

13 octubre, 2018 escrito por Óscar Parra 3 comentarios

Estos días, en la asignatura de Epidemiología, hemos tenido un seminario sobre el lavado de manos en los médicos. Yo era de esos que consideraba un tanto exagerado andar buscando un baño para lavarse las manos cada vez que sales o entras en casa. Ya no. El doctor Semmelewis me ha convencido.

El doctor Semmelweis.

Ignaz Semmelweis fue un médico húngaro del siglo XIX que vivió una pavorosa situación. En 1846 nuestro amigo Ignaz entró a trabajar en el Hospital General de Viena como asistente del doctor Johann Klein, director de obstetricia desde hacía más de veinte años. Allí enseñaban a estudiantes de Medicina y a aprendices de comadrona la correcta manera de atender a un parto, entre otras cosas.

En años anteriores a la entrada en el hospital del jefe de Ignaz, la tasa de mortalidad materna había sido del 1,25%. Posteriormente, cuando Klein tomó posesión de su puesto, decidió que la enseñanza se hiciera con cadáveres, una práctica usada en otras universidades y hospitales de Europa. Klein reorganizó el hospital en dos pabellones: el primero (PM) para médicos, y el segundo (PC) para comadronas. Desde entonces, la mortalidad por fiebre puerperal (fiebre sucedida en los 40 días posteriores al parto) aumentó de un modo terribe en el PM frente a la del PC.

Ignaz Semmelweis
Ignaz Semmelweis

Diario de un médico.

Las siguientes líneas del diario de Semmelweis ilustran los efectos devastadores de la fiebre puerperal. “Julio de 1.846. La próxima semana tomaré el puesto de ‘Herr Doktor’ en la clínica de maternidad del Hospital General de Viena. Me asusté cuando escuché el porcentaje de pacientes fallecidas. Este mes, no menos de 36 de las 208 madres murieron de fiebre puerperal. Dar a luz a un niño es tan peligroso como una pulmonía de primer grado«.

En la época se creía que la fiebre puerperal se debía a cambios atmosféricos, cósmicos o telúricos. Pero para nuestro héroe, el doctor Semmelewis, la cosa no estaba tan clara…  ¿Cómo podían esas influencias haber infestado durante años el PM del hospital y haber respetado el PC? Y ¿cómo compatibilizar esto con el hecho de que mientras la fiebre asolaba el hospital, apenas se producían casos en la ciudad de Viena o sus alrededores? Una epidemia verdadera, como el cólera, no podía ser tan selectiva. Asimismo, Semmelweis comprobó que las mujeres que daban a luz en la calle, camino al hospital, tenían un porcentaje de muertes por fiebre puerperal más bajo que las ingresadas en el PM del hospital, a pesar de las condiciones adversas. Semmelweis escribió en su diario: “Diciembre 1846. ¿Por qué tantas mujeres mueren de esta fiebre después de haber dado a luz sin problemas? Durante siglos, la ciencia nos ha enseñado que es una epidemia invisible que mata a las madres. Las causas pueden deberse a cambios atmosféricos, alguna influencia cósmica o terremotos”.

Semmelweis creía que era poco probable que la fiebre pudiera deberse a estas causas. Recopiló datos estadísticos del número de muertes por fiebre puerperal tanto del PM, dirigido por Klein, como del PC, dirigido por el doctor Bartch, y razonó que: “Es poco probable que cambios atmosféricos, cósmicos o telúricos causen la fiebre porque la proporción de muertes es muy diferente en los dos pabellones. Puesto que el número de muertes no es tan grande en el PC, tal vez la causa tiene que ver con algo que pasa en el PM”.
Además, Semmelweis rechazó que la causa de la mortandad fuera la dieta o la atención general a las pacientes al ser similares en los dos pabellones. Del mismo modo, excluyó el hacinamiento que incluso era mayor en el PC, en parte porque las mujeres intentaban evitar que las ingresaran en el temido PM.

¿Culpa de un sacerdote?

Una explicación psicológica hacía notar que el sacerdote, que portaba los últimos auxilios a una moribunda, tenía que pasar por cinco salas del PM antes de llegar a la enfermería. Se opinaba que la aparición del sacerdote, precedido por un acólito que hacía sonar una campanilla, producía un efecto terrorífico y debilitante en las pacientes de las salas, que las hacía más propicias a contraer la fiebre puerperal. Esto no ocurría en el PC porque el sacerdote tenía acceso directo a la enfermería. Semmelweis le convenció para que diera un rodeo en el PM y suprimiera el toque de la campanilla para no anunciar su llegada. Pero la mortalidad no decreció.

Sin lavarse las manos.

El doctor anotó también que muchas de las pacientes hospitalizadas contraían la fiebre puerperal antes del parto, y que el punto de infección siempre era el útero. Observó que los estudiantes que acudían al PM venían de las prácticas anatómicas con cadáveres sin limpiase las manos, o como mucho se las limpiaban superficialmente, antes de examinar a las mujeres. Entonces formuló la hipótesis de que los estudiantes transportaban “materia putrefacta” desde los cadáveres hasta las parturientas, siendo ese el origen de la fiebre puerperal. Esta hipótesis explicaría que la mortalidad en el PC fuera mucho más baja, porque la preparación de las comadronas no incluía prácticas forenses. También explicaría que la mortalidad fuera menor en “partos callejeros”, ya que las mujeres, que llegaban con el niño en brazos, casi nunca eran reconocidas después de su ingreso; teniendo así mayores posibilidades de escapar a la infección.

El jefe no estaba de acuerdo.

Su jefe, el doctor Klein no estaba de acuerdo con la hipótesis de Semmelweis, ni con sus propuestas. Claro, el tipo llevaba años ahí y no había sido capaz de detectar por qué morían tantísimas mujeres tras el parto y ahora llega ese húngaro a decirle como hacer su trabajo bien y no… Por el contrario, Klein basaba la mortalidad en la brusquedad de los estudiantes en los exámenes vaginales, debido a que la mayoría eran extranjeros. Ya sabéis, la culpa siempre la tienen los de fuera. Tras discusiones violentas, Klein lo destituyó como su ayudante en octubre de 1846.

Semmelweis pasó dos meses en Venecia para reponerse y cuando en 1847 regresó a Viena, conoció la noticia de la muerte de Kolletschka, su profesor de anatomía patológica, tras cortarse accidentalmente con un escalpelo durante una autopsia y manifestar síntomas similares a los de la fiebre puerperal. Escribió al respecto: “Este acontecimiento me sensibilizó extraordinariamente y, cuando conocí todos los detalles de la enfermedad que le había matado, la identidad de este mal con la infección puerperal, de la que morían las parturientas, se impuso tan bruscamente en mi espíritu, con una claridad tan deslumbradora, que desde entonces dejé de buscar por otros sitios […] Su sepsia y la fiebre puerperal deben tener el mismo origen […] los dedos y manos de los estudiantes y doctores, sucios por las disecciones recientes, portan venenos mortales de los cadáveres a los órganos genitales de las parturientas”.

Vuelta al trabajo.

Poco después, el doctor fue admitido como asistente suplente en el PC. Semmelweis puso a prueba su hipótesis. Por petición suya, los estudiantes se intercambiaron con las comadronas del PM al PC y, en un mes, se triplicó la mortalidad por fiebre puerperal. Si la hipótesis era correcta, la fiebre puerperal se podría prevenir destruyendo químicamente la materia infecciosa invisible adherida a las manos. Dictó una orden exigiendo a todos los estudiantes de medicina que se lavaran las manos con una solución de cloruro de calcio, antes de reconocer a ninguna parturienta y después de cada exploración vaginal.

La tasa de la enfermedad disminuyó drásticamente, del 18% a menos del 3% en tan solo unos meses, y en el año 1848 descendió hasta el 1,27% en el PM, frente al 1,33% del PC.

Ese mismo año escribió: “En los primeros cuatro meses del año, hubo de treinta a cuarenta muertes mensuales. A finales de mayo se introdujo la práctica del lavado de manos y, desde ese momento, los casos de enfermedad, que antes se producían a diario, dejaron de ocurrir. En junio murieron tres mujeres, en julio otras tres, y hasta mediados de agosto otras dos. En ese momento fue admitido un nuevo grupo de estudiantes, algunos desatendieron el lavado de manos y, para finales de agosto, habían muerto doce pacientes. Después de un control más estricto, la morbilidad cesó, así que para finales de septiembre tan sólo habían ocurrido tres muertes […] en ausencia de más evidencia que pudiera explicar la importante disminución de la fiebre puerperal en este hospital, las normas preventivas arriba mencionadas, concernientes al examen, merecen atención y podrían fomentar experimentos similares en otros hospitales de maternidad”.

El doctor Semmelweis poniendo en marcha su procedimiento.
El doctor Semmelweis poniendo en marcha su procedimiento.

Posteriores experiencias clínicas llevaron a Semmelweis a ampliar su hipótesis. En una ocasión, tras desinfectarse cuidadosamente las manos, él y sus colaboradores examinaron primero a una parturienta aquejada de cáncer cervical ulcerado. Procedieron luego a examinar a otras doce mujeres de la misma sala, después de un lavado rutinario, sin desinfectarse de nuevo. Once de las doce pacientes murieron de fiebre puerperal. Semmelweis concluyó que la fiebre puerperal podía ser producida no sólo por materia cadavérica, sino también por materia pútrida procedente de organismos vivos.

La envidia, siempre presente.

A pesar de la evidencia, muchos compañeros, comenzando por su jefe, rechazaron sus estudios. Poco después fue despedido, de nuevo, del hospital y, abatido, cayó en una profunda depresión y finalmente, murió trágicamente el 16 de agosto de 1865. Al parecer se hizo un corte con un bisturí infectado con la enfermedad que él había descubierto como evitar. Hay quien dice que fue un suicidio. O tal vez fuera un accidente.

Años más tarde, Joseph Lister (ahora ya sabes el origen del «Listerine») extendería los conocimientos del húngaro a la práctica quirúrgica higiénica del resto de especialidades médicas. En 1879, Pasteur demostró que las bacterias estreptocócicas se podían encontrar en la sangre de las mujeres que tenían fiebre puerperal. Semmelweis es considerado hoy como un pionero y Lister el padre de la asepsia moderna (bueno, y también se le asocia al enjuague bucal Listerine, aunque en realidad fue otro señor, Joseph Lawrence, el que, aprovechando los estudios del doctor Lister, patentó la fórmula del famoso líquido. El Listerine se empezó a usar como desinfectante de heridas y quirófanos. Y hoy…)

Joseph Lister y sus patillas.
Joseph Lister y sus patillas.

Fuente: https://www.researchgate.net y otras.

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¿Por qué decidí estudiar Medicina?

Lo cierto es que es un deseo que atesoro desde que era niño. Tan niño que ni siquiera lo recuerdo con claridad. Tal vez tenga algo de «culpa» mi tía Fátima, que me regaló el hospital de Famobil (Playmobil en otros países). O quizás me influyera mi primer médico (entonces se llamaban «médicos de cabecera»), don Ricardo, que me inculcó el amor por la Medicina a base de humor y cariño.

«Sólo el médico y el dramaturgo gozan del raro privilegio de cobrar las desazones que nos dan».
Santiago Ramón y Cajal

Así pues, sin don Santiago lo dice, tiene que ser cierto. De dramaturgo ya ejercí, ¡atento mundo sanitario, que voy!

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