Llegó el día, casi un mes y una semana más tarde que en la UAM, he ido a realizar la pre-inscripción en la Complutense. Y así como el día de la Autónoma no había, literalmente, nadie, hoy tampoco parecía que la gente tuviera prisa por el asunto. Eso sí, una parsimonia digna de un convento de vida contemplativa. ¿Veis cuánta gente hay? Pues bien, he tardado treinta y dos minutos en un trámite que me ha llevado dos.

No me puedo quejar. Me cuentan que, esta mañana, la app de la URJC se ha puesto estupenda. Escogías, por ejemplo, enfermería y te marcaba una ingeniería. Se ve que la han programado para que analice tu perfil y te pre-inscriba a lo que considere más apropiado para ti…
Pero volviendo a lo mío, lo cierto es que ya he marcado la casilla con el correspondiente 054, código que significa «MEDICINA», y ahora a esperar hasta el 14 de Julio.
Una espera inexplicable.
No acabo de entender esto de las esperas. Me explico. Realizamos el examen el 3 de Marzo, el 10 de Marzo ya estaban las calificaciones. Se sabe que a nuestro cupo se destinan el 3% de las plazas. Se conoce también que el número de plazas de primero son 300. Es decir, 9 plazas para los mayores de 25. Entonces… ¿Por qué esperar hasta mediados de Julio para confirmar si has obtenido plaza o no? ¿Alguien lo sabe?
La pre-inscripción en la Complutense.
Hay dos modos de hacerla, presencial o mediante correo certificado. Si vas y la llevas en mano, todo bien. La clave, como en todo lo relativo a la administración, es acudir con tu mejor cara de tonto y asegurarte de que está todo correctamente.
Descargar “Formulario para la pre-inscripción mayores de 25 (2017/2018)”
Descargar “Estudios a los que puedes acceder desde Mayores de 25.”
La otra opción ya da más miedito…
Para empezar, una de las condiciones de la pre-inscripción es presentar original y fotocopia de tu DNI y de la tarjeta de las pruebas de acceso (las notas). Ni una palabra más. Y aquí surge la duda; siempre teniendo presente que tratamos con la burocracia por lo que TODO, ABSOLUTAMENTE TODO, ES POSIBLE. En el asunto de los originales de DNI y tarjeta de las pruebas de acceso, ¿cómo se solventa en el caso de querer hacer la pre-inscripción vía correo certificado? ¿Hay que hacer fotocopia compulsada? ¿Vale con una simple fotocopia? La web de la universidad no dice ni palabra. Existe, eso sí, un servicio de consultas por correo electrónico con la siguiente dirección: infocom@ucm.es
Así las cosas he decidido preguntar, no por mi, que ya estaba allí, sino por posibles aspirantes que acaben recalando en esta postal. Y la respuesta es que basta con enviar las fotocopias simples (sin compulsas ni historias) por correo certificado. Por cierto, aquí dejo el formulario de este año.
Ahora solo resta volver a esperar un mes y dos días para conocer si te han concedido la plaza o no.
Un fin de semana estupendo.
El fin de semana he viajado al pueblo de mis ancestros, Carrizosa (C.Real). La verdad es que me ha cundido. El componente melancólico ha estado presente en un par de ellas: la visita al cementerio, lugar de reposo de mi tío Pepe, y Tercero, finca familiar que amontona unos cuantos bellos momentos de mi infancia. Tercero es una parcela situada en pleno Parque Natural de las Lagunas de Ruidera.
La visita al camposanto de Alhambra se está convirtiendo casi en una tradición. Allí, sentado sobre la caldeada lápida de mármol, rezo, charlo, pienso, río y, si se tercia, me emociono. Supongo que, desde fuera, parecerá una estupidez, pero ir allí me hace sentirle cerca.
En el cementerio de Alhambra siempre hace viento. Es inexplicable, ¡pero así es! Sea invierno, verano o primavera, una brisa recorre el santo lugar de parte a parte. A mi me gusta imaginar que esa ventisca tiene el propósito de secar lágrimas y arrastrar tristezas.

Tercero, el refugio de un trocito de mi infancia.
Un sitio en mitad de la nada. Sin electricidad, ni agua corriente, tan solo naturaleza y recuerdos, muchos recuerdos. Sentarme allí, bajo el enorme chopo que tantas veces contemplase nuestro devenir familiar, hizo que multitud de imágenes me asaltasen al instante. Mis padres, abuelos, primos, tíos; todos pasearon por mi mente en unos minutos.
Si cierro los ojos y me dejo invadir por el trinar de los pájaros o el sonido de las hojas secas acariciadas por el cálido aliento de La Mancha, casi puedo escuchar las pisadas del abuelo Modesto, escopeta al hombro, el rasgueo de la vieja escoba de esparto con la que la abuela Sofía daba un repaso a la puerta del cortijo, la risa grave y contagiosa del tío Pepe, las voces estridentes de la tía Fátima, exigiendo ayuda para fregar, el agudo rugido de la moto de la tía Lourdes, camino abajo a refrescarse al pantano, o el trajinar de mi madre, Modesta, dirigiéndose a la fuente de La Canaleja a por agua con un jarrete de plástico verde.
Todo eso no volverá. Ya es solamente una película que atesoro en mi corazón. Y es precioso acudir, de vez en cuando, a los «decorados» de aquel inolvidable film…

Gracias a Dios tengo una vida presente cargada de amor y alegría que, en un tiempo futuro, también será un recuerdo extraordinario. Y es que, lo que de verdad me pondría triste, es no tener nada que añorar; símbolo fatal de una vida de mierda.